domingo, 25 de enero de 2009

Decantarse o morir

Acabo de degustar el ABC del pasado domingo. Los periódicos conservadores deben dejarse airear, al menos un par de días, antes de proceder a su lectura, igual que se actúa con los vinos añejos. Ambos deben oxigenarse de realidad y relativismo que tanto bien le hace a la caspa decimonónica que peinan cada día con profusión. Pero lo ideal es al fin de semana siguiente, cuando incluso, ha precipitado la bilis en forma de cálculos y ha perdido la turbidez y el arremolinamiento del mismo día. Es verdad que corres el riesgo de perderte un funeral importante al omitir la moribundia esquelar –dice el pelma que por qué me invento palabras; porque me da la gana- en su justo tiempo, pero es un riesgo que hay que asumir.

En la última página dan cuenta de un caso interesante. Por lo visto en un yacimiento celtibérico romano aparecieron una serie de grafitos que demostraban la ancestralidad –¡Leandro, coño!- de los vascos. Posiblemente también de las vascas. Se incluían palabras en euskera y los listos de siempre aportaron tres millones de euros, de euros de otros, para la excavación. Por lo visto era un invento de unos cuantos borricos que pusieron RIP en una cruz de Cristo en lugar de INRI y eso, según dice el anticuario de la Real Academia de Historia –mola el título, eh- es de lo peor. Fantoches.

La superchería como conducta política y social me conmueve, aunque no tanto como la incultura y el futuro que les espera a nuestros cachorros. Léanse el artículo Estudiante de primera, ejecutivo de tercera de Esteban Hernández en El Confidencial. Describen a tipos superficiales que nos les importa nada un carajo, a un niñato prototípico que “cree que por leer un par de periódicos digitales y por escuchar un par de radios de ideología conservadora ya lo saben todo”. Con faltas de ortografía y que requieren un curso 0 para entrar en Económicas porque, en otro caso, no podrían seguir las clases. Incapaces de reflexionar, sin interés por el conocimiento y el aprendizaje en sí mismo, juntan trozos de Google sin orden ni concierto. Lo importante es la ambición y el rodearse de la gente adecuada. Los empleadores lo disfrazan de entornos cambiantes, de flexibilidad y acusan a la sociedad de ser caótica y compleja con necesidades que varían de un día a otro. Y por eso no quieren técnicos y piden bases sólidas de pensamiento que les permitan interpretar la realidad ya que las reglas se definen todos los días.

Quieren ir al modelo americano de compatibilizar disciplinas dispares, cocina wok e interpretación de textos hebreos, la novela romántica y el macramé como subsistencia. Y dan modelos a seguir: “La gente no sigue a una determinada persona por el cargo que ostenta, que además como todo en la vida es temporal, sino porque les convencen con su forma de ser y con sus actuaciones. Para que una persona sea competitiva debe estar bien formada, por supuesto, pero a la vez debe saber relacionarse y convencer a los que le rodean para que le sigan”. Puro liderazgo ovino.

Este catecismo de urgencia para nuestros retoños acojona de verdad. Fíjense en lo siguiente “La empresa española mediana y pequeña también está buscando otro perfil en el que la formación cuenta mucho menos que la disciplina y la actitud positiva hacia el trabajo. De hecho, en nuestro mercado laboral las quejas acerca de la sobrecualificación de nuestra mano de obra han sido persistentes, porque lo que en muchos casos se necesita es simplemente un "currito", alguien con unos conocimientos técnicos básicos pero con capacidad para dedicarle muchas horas al trabajo, sin necesariamente incrementar la productividad”. Dicen que la empresa necesita unas competencias más relacionadas con la personalidad que con los conocimientos específicos. De ahí pasan a la cultura presencial, abominan de la creación de valor que inundó la década prodigiosa pasada y afirman que “prefieren un currante antes que un profesional con proyección”.

Al final da igual, unos engañan para sentirse más antiguos y los otros fingen para parecer más modernos. Ambos mienten para convencernos. Sin duda les sobra el con.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy alucinaita ...¿se puede saber cómo lees mis pensamientos?.
Soy de las que cuando leo el ABC (ojeo varios periódicos) lo primero que repaso son las necrológicas y ahora tu espacio para la sonrisa, te confieso un secretillo: algunas las recorto, que ya me estoy planteando guardar las familiares solamente, por éso que cada vez almacenamos lo que nuestros " Fantásticos jóvenes" que tan bien describes tirarán en su momento.
Me gusta leerte... conque ánimos y a escribir

Leandro María dijo...

Gracias a ti por tus palabras. Yo soy muy de recortines y es un vicio que hay que dejar Anuska. Aunque lo que deberíamos mirar son los natalicios para poder anticiparnos a algunas de sus acciones. Eso que llaman ahora ser proactivos.

Un beso,