sábado, 21 de noviembre de 2009

Para crisis, las epilépticas

Menuda se ha organizado en el Reino Unido por el patrocinio público de un ataque epiléptico, en su doble acepción de realizarse con pasta del erario y ser mostrado de forma no privada. El Arts Council británico pagará 15.500 euros por ello.

Por lo visto una tal Rita Marcalo, una bailarina portuguesa de 37 años, se abstendrá de dormir durante 24 horas, dejará de comer, tomará estimulantes tipo fumeque y priva y no tomará la medicación. Ella es epiléptica desde los 17 años, un poquito antes de que las mujeres mujeres se vistan de largo como ustedes saben. Y todo eso que hace, es lo opuesto a lo que los médicos le recomiendan a cualquier epiléptico que haga. Para asegurarse del ataque utilizará un agudo sonido y luces estroboscópicas –esas de discoteca que parecen flashes- tal y como se utiliza en la clínica para analizar los llamados galicistamente potenciales evocados durante un electroencefalograma.


Los listos del Arts Council lo explican como “conceptual and physical interfaces between dance, movement and epilepsy” y para que no se líen con la traducción de El País, viene a ser como los puntos de contacto conceptuales y físicos entre danza, movimiento y epilepsia. Se entiende mejor en inglés, ¿verdad? Pues es lo que hay.

La señora Marcalo quiere aumentar la visibilidad de su enfermedad haciendo como artista profesional lo opuesto a lo que hace como persona. O sea lo que hace todo el mundo pero sin espasmos. Ya lo hizo el andrógino Antony and The Johnsons en su último trabajo con Epilepsy is dancing cuyo clip promocional lo han hecho los hermanos Wachowski, directores de Matrix, muy al estilo de El sueño de una noche de verano. Así que tampoco es nada nuevo eso de buscar la interacción entre baile, movimiento y epilepsia.



El espectáculo del Arts Council se anuncia como una mezcla de club nocturno, fiesta de pijamas y el placer del mirón. Vamos, la gracia de que un tren cargado de alcohol descarrile en tu dormitorio a las tres de la mañana. No hay nada como dar con el mensaje adecuado.

Uno piensa que si esta tía bailara de puta madre no haría estas bobadas, pero claro, uno es medio cavernícola y no entiende lo que de sí puede dar una buena convulsión.

Pero a la vez pienso que tampoco es ninguna novedad, salvo que en el Reino Unido lo hagan pagando. Me refiero a esto, no creo que sea con todo. ¡Qué escándalo! En España podemos asistir a ataques epilépticos en directo cada dos por tres y además de forma mucho más sofisticada. Nada de perder el control de esfínteres, ni babear, con lo que huele y mancha; de hecho, un ataque epiléptico a la española implica no morderse la lengua jamás y decir todo lo que pase por esa corteza cerebral de ese olmo seco hendido por el rayo que todos llevamos dentro, en nuestra mitad podrido.

Los ataques epilépticos pueden ser individuales como los de Rajoy -aunque este sí babea un poco-, cuando se pone delante de un micrófono y empieza a reprobar a ministros sin control alguno, mientras sus consejeros dicen al respetable, lo importante es que no se golpee, que para eso ya estamos nosotros, a la vez que sacan un pañuelo para las salivillas.

Pueden ser en pareja de baile, como Floriano y Rubalcaba, que lo ejecutan simultáneamente con mirada fija, coronándolo con un portée casi catatónico. Suele venir acompañado de cierta aura, como si vieran y oyeran cosas.

O incluso puede ser una crisis comicial coral como la de las esposas, amigas, cuñadas o directoras espirituales de los marineros vascos del Alakrana que se resisten a que los españoles, que han pagado un millón de euros diario con la operación Atalanta, vean cómo llegan sus hombres a la base militar de Torrejón de Ardoz, o que alguno de los miembros del Gobierno, representante legítimos de los españoles, aparezca por allí. Es otro tipo de secuestro y chantaje. Aprenden rápido.

Y luego tenemos la epilepsia total, la completa, el ataque absoluto y es cuando después de casi treinta y cinco años se aplauden cánticos prohibidos para celebrar la vida y obra de un dictador, se celebran misas en su memoria, se permite la exaltación de su persona, desafiando a las leyes y a la historia. Esta suerte de ataque cursa con rigidez de miembros superiores –singularmente el derecho-, ingurgitación de yugulares, mientras se profieren cánticos por una parte de la población, pequeña afortunadamente, mientras la otra sufre de una amnesia lacunar que alcanza varias décadas, pero que afecta a la mayor parte de la ciudadanía súbdita.

Así que o la lusa se quita la blusa para darle cierto interés, o no sé quién coño puede pagar por ver lo que las televisiones muestran cada día gratis; y dentro de nada sin publicidad.

Si es que no hay mejor sitio para vivir que España. Sobre todo por el espectáculo.

viernes, 20 de noviembre de 2009

¿Idiosincrasia vendrá de idiota?

Ya lo habrán leído ustedes. -Toñi, hay gente en tu casa. Cuando Antonia y Josep regresan de sus vacaciones interrumpidas e intentan entrar, alguien les ha cambiado las cerraduras. Primero hubo una reclamación penal por allanamiento. Dicen que no prosperó por contradicción entre los testigos por si la pareja vivía o no en el piso.

Luego seguimos, pero permítanme un alto en el vía crucis.

Si estás empadronado en una casa que figura a tu nombre con gas, luz, teléfono, a tu nombre, que para más inri –por lo de vía crucis- lo gestiona el patronato Municipal de la Vivienda de la Generalidad catalana que te cobra mensualmente 148 euros por ese piso social, ¿qué coño de vecinos tienen que declarar sobre tus hábitos, si duermes, vegetas o hablas castellano en la intimidad?


La okupa en cuestión quitó a esta pareja de la titularidad del Ayuntamiento y se empadronó ella.

Otro parón en el camino al calvario. Hará un año o poco más, yo aparecía empadronado en un 1º cuando vivo en un segundo de mi propiedad mientras el banco no me ponga problemas. Cuando fui al ayuntamiento a que lo corrigieran, me pidieron hasta la partida de bautismo. -Señorita, si es muy sencillo, es un error, en lugar de segundo han puesto primero, ni siquiera es importante. -¿Y si usted quiere empadronarse en un sitio que no le corresponde? replicó. En ese momento entendí el espíritu que le animaba en su pesquisa y lo que me hacía sospechoso. La dichosa ascensión social. -Señorita, los impuestos, las comunicaciones me las mandan bien, ¿quién quiere engañar al ayuntamiento pasando del primero derecha, al segundo derecha del mismo número de la misma calle, de la misma ciudad? -Ah, eso lo sabrá usted que es el que quiere cambiar. En ese punto ya me estaba convirtiendo en donante de A negativo –qué otro Rh si no- por los ojos. -¿Qué tengo que traer? -O la escritura a su nombre o un par de recibos principales de agua o teléfono que acrediten que vive en esa dirección. Y nos tiene que traer el original. El listo, en este caso lista, que siempre vive al lado de las recepcionistas titulares –¿se podrá parasitar a un parásito?- añade: -También puede mandar por correo fotocopias, añade con sonrisa de yo estoy en la pomada. La lista de receptores universales y los propios de mi grupo sanguíneo ya hacían cola tras de mi ante la insospechada donación altruista. -¿Quiere decir que si yo vengo tengo que traer el original, pero si se lo trae un cartero vale fotocopia? -Exactamente. Y no se plantó en los medios y giró con la montera en la mano entre vítores del personal fijo y contratado de milagro . Me costó nueve meses que cambiaran el 1 por el 2. Lo contrario, en lugar de una faena, hubiera sido una oferta de supermercado.

Vuelvo a Barcelona. Nuestra pareja, queridos y aburridos lectores, se lo hace por lo civil y demuestra que era su residencia habitual. Cuenta con otros vecinos y con el propio Patronato arrendador. Pero ese mismo Juzgado no incoa procedimiento contra los falsos testigos ni contra el Juez de lo Penal que no fue diligente en sus averiguaciones, que como ustedes comprenderán no podían ser muy complicadas. Una de las vecinas mentirosas fue la que permitió el acceso a la vivienda por su propia casa a través de una ventana y que ha sido desahuciada por falta de pago hace unas semanas. Una joyita.

Cuando Antonia y Josep piden la ejecución de la sentencia a su favor, para poder volver a vivir a su casa ¡pleitos tengas y los ganes! el juez Tortras suspende la orden de desalojo por precariedad económica de la okupa. ¡Sólo faltaba que se te metiera en casa un banquero indemnizado recientemente! Al final tuvieron suerte, siempre podían haberlos obligado a compartir vivienda cocinar para la squatter y arroparla bien por las noches. Pero el juez Tortras –no, no hace un pan parecido- no llega a ese punto de indulgencia, ni siquiera se ha ofrecido a llevarse a la okupa a su propia casa y darle una copia de las llaves. -Si ya se ha hecho a este barrio…

Como se pueden imaginar los departamentos municipales implicados se llaman andana con los consabidos, todo eso que me cuenta es de otro departamento. Si quiere haga un escrito.

La okupa ha tirado los enseres que no le venían bien de esa familia a la calle, una televisión salvada por la propia Antonia que tiene una tienda enfrente, las fotos, la ropa, todo eso que uno acumula durante la vida, viene otro, se lo prueba y lo tira si no le conviene. Llevan así 16 meses.

Resulta terrible, pero siempre habrá quien piense que esto de los pisos vacíos no es tolerable y tanta gente en la calle. Son los mismos del argumentarlo de que los piratas del Índico hacen eso porque se mueren de hambre. Que el pequeño traficante no es el culpable, que se busque a los grandes nombres en las alturas. Si la selección nacional va a jugar al País Vasco es una provocación. Que antes del aborto hay que prevenir con otros medios. Soluciones inteligentes para problemas sencillos. Mientras, nuestra pareja sin piso, los marineros secuestrados, los adolescentes comprando pastillas o sin la llegada de la regla prevista o unos cuantos decidiendo lo que es o no territorio español. -Me he cortado. -¿Cómo no tuviste cuidado? Ya lo dijo Ppons, si vamos a pagar hagámoslo antes. Preclaro. Si te vas a morir algún día, muérete ya tío. Más gracia tuvo el abertzale, -¿Le gustaría que jugara la selección española aquí? -Sí, mucho. De equipo visitante. Por lo menos hay cosas dentro de la boina.

Ustedes, como yo, lo conocen todo esto por que ha sido noticia, es decir, porque causa extrañeza, porque es evidente. También se enteraron hace nada del chisme ese electrónico, para hacer no se qué con las piedras de una universidad gallega que costaba un millón de euros y al paisano que lo controlaba se le acababa el contrato. Por lo visto no es cierto, ayer se quejaba el vicerrector Luis Caparrós en las cartas al director de El País. Hay más gente que sabe manejar la máquina, el paisano tenía un contrato por ese tiempo previsto de antemano y por el que otros investigadores esperan también, el espectrómetro se empezó a comprar mucho antes que el paisano en cuestión apareciera por allí. O sea que la monstruosidad de gestión no es tal, pero mola contarla para hacer gracia.

No causa tanta extrañeza que le den un premio al naturalista David Attenborough. Que se lo den de Ciencias Sociales ya es más de coña. Debe ser que ahora ya no hay ciencias y letras. Claro que la autora del niño Harry Potter se llevó el de la Concordia justo como Hawking que no debió merecer el de Investigación Científica. Pero sí mereció el Pueblo de Puerto Rico el de Letras.

Debería causarla, pero tampoco lo hace, que el tío que dirigió el asunto del Prestige con tan indudable éxito se permita hablar de cómo se organiza un comité de crisis, que hable de legalidad de un aparato que compró él por una pastizara o que se fíe de otro colega que nos maravilló a todos con el Yakolev 42. Ese sí que sabía de repatriaciones. Con Ppons en el partido no sé cómo no corrigieron lo inevitable.


Así que es muy probable que sea cierto este desastre de funcionarios de diverso pelaje, pero también podría ser que la pareja reclamante sean unos asesinos en serie que sólo quieren tocar las narices, pero de momento lo que sabemos es que les han tachado de los buzones, habrán leído sus cartas, sus extractos bancarios y se han puesto ellos, los nombres forasteros, con rotulador.

En este país, seguramente con tinta indeleble.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El viaje estático

Ayer estuve repasando una película de hace ya 21 años, El turista accidental, que seguramente hayan visto, aunque quizá no recuerden bien después de tanto tiempo. Sin destripar nada, es un matrimonio que pierde a su hijo y se va a pique. Él es un aburrido escritor de guías de viaje útiles para hombres de negocios que se ven obligados a viajar. Decir esto y nada es todo uno. Pero el merecimiento es mío. No quiero hacerlo, oblíguense a verla. O a recordarla.

Es la historia de la excentricidad, un cuento sobre los incapaces, una oda a la falta de nervio y brillantez, la elegía de las aspiraciones, de los propósitos, de la acción que todo el mundo reclama. Es una película que canta a la imperfección, a la falta de atributos épicos a los que tan acostumbrados estamos. Es una historia sin liderazgo, sin posible redención. Un relato de niños enfermizos, de adultos descolocados, que muestra las inseguridades, los prejuicios, las miradas cortas y los pensamientos sencillos. Pero a la vez es una película de amor por las cosas posibles, por la ternura frágil y deshilachada que la vida nos rompe a jirones.

Tendemos a las certidumbres y a la búsqueda de la gloria, para nuestra patria, nuestro trabajo, nuestros hijos y nosotros mismos. Vamos colocando hitos de grandeza en nuestro devenir, entornando los ojos ante los pequeños desastres, ante la imposibilidad de ajustar nuestros deseos con las realizaciones finales; nos mentimos y nos explicamos una realidad adaptada que nos valga para aceptarnos y cuente de nosotros una historia que nos sea útil para que los demás nos quieran.

Pero los otros están ocupados haciendo lo mismo, desvirtuando el correr de sus vidas, y no tienen tiempo para ocuparse de nuestras cuitas. Ellos no están cuando les necesitas, porque tú no estuviste cuando ellos te requirieron. Nada explícito, nada evidente, no hablo de cartas no contestadas, ni de llamadas telefónicas sin atender, hablo de estar apenas cerca del otro, cuando está simplemente callado, absorto en su perplejidad, incrédulo ante la comparación de lo que podía haber sido su vida y lo que es, hechizado ante las conquistas de los demás. En esos momentos siempre estamos más ocupados en nuestra propia vacuidad o en la demostración tenaz de que las cosas son de la forma que nos conviene.

Muchas veces no te atreviste a estar, quizá por miedo a mostrarte, quizá para que no te pidieran nada, esa vergüenza de la propia conciencia te atenazó para evitar una cita, para soslayar un previsible fracaso, para anular la posibilidad de un amor complicado. Te diste explicaciones y las aceptaste. Valió durante un tiempo, el suficiente para mantener en equilibrio la bicicleta sin la ayuda de los pedales. Y, paradójicamente, cada vez cuesta más pedalear a pesar de ir hacia abajo.

La película termina bien, si entendemos por bien, aceptar lo que te viene o de creer en la previsibilidad de las sorpresas. Pero es una película. ¿Llegarán nuestras vidas a los títulos de crédito?

martes, 17 de noviembre de 2009

La realidad aumentada

El otro día estaba revisando mis películas raras y di con una de Bellocchio, El diablo en el cuerpo, escandalosamente famosa por ofrecernos una felación real fuera del circuito pornográfico. Como entenderán lo escandaloso es salirse del circuito pornográfico y obsceno en el que nos meten. Pero vayamos a lo nuestro, ya que en la película podemos ver un juicio contra las Brigadas Rojas y como los brigadistas leen Corriere della Sera desplegando los brazos para proteger de las miradas a dos de sus miembros que se están poniendo cariñosos entre las rejas de la cárcel portátil que han montado en la sala del tribunal. El ardor guerrero de los brigadistas sube y los carabineros paradójicamente presos de temblor vaticano intentan impedirlo. Se conoce en psicología legal como arrepentimiento sexual a la fuerza o marcha atrás culpable. Pero los brigadistas erre que erre o efe que efe si lo dijéramos en inglés. La protagonista felatriz de la historia grita desesperada: dejadles que terminen, dejadles que terminen.

Esa compasión teleológica de la protagonista, me recordó el espíritu del Rajoy protomártir, previo al puñetazo en la mesa, -sí, ese que no hemos visto- que amparaba a su atesorador Bárcenas, a su Camps, a su Costa –en realidad a la de todos-, a los chicos de Esperanza, y a todos aquellos que estaban acabando con las partidas presupuestarias en provecho propio y, ya nos dirán, si del propio partido. Veía a Rajoy, a Cospedal gritando a la policía y los jueces: dejadles que terminen, por Dios, dejadles que terminen. Pero llegó Garzón y mandó a parar, interrumpiendo el desfalco continuado del Gürtel.

Y así parece por lo que se cuenta, que la historia de Correa coleaba desde hace años, allá en la prehistoria en la que Aznar presumía de su España, la que iba bien, a sabiendas de los tesoreros del Partido Popular, de la presidenta de la Comunidad de Madrid y de tantos otros. Un Aznar que parece conminaba a millonarios empresarios a mediar elecciones en país extranjero por yerno interpuesto. Te pones una orquídea en el ojal y te bailas un joropo, pero ese tipo no puede ganar. Doctrina Kissinger.

Como saben la muchachada popular está negra con el dichoso sistema SITEL. Lo compran por 10 millones de euros en 2001, piden que se instale en cada comisaría y pierden las elecciones a los pocos años. Los jueces y fiscales lo utilizan, pillan a sus ovejas negras haciendo de las suyas, y a un montón de manzanas dejándose pudrir por ellas y en ese momento dicen que el sistema es de lo peor que hay, que dónde vamos a parar, que en qué quedan nuestros derechos civiles y esa cantinela garantista y a favor del Estado de Derecho con la que Fraga, presidente fundador, nos ha estado martilleando los últimos cuarenta años, pero que por lo visto en los consejos de ministros franquistas se tomaba un descanso. Por la voz delicada, ya saben.

Pero tendremos que convenir después de este fin de semana, que el dichoso SITEL es terrible. Después de que apareciera esa nueva herramienta que cuenta los manifestantes, esa arma de observación masiva, que convierte a unos millones en meros miles, trocando el plebiscito en simple opinión, ahora aparece el SITEL. Por si era poco esperpento el devenir diario de nuestra vida política, el SITEL nos lleva al callejón del gato, como un caleidoscopio valleinclanesco que deforma e interpreta la realidad.

A ver si no es terrible que vayas en tu Seat Ibiza a llevar a los niños al colegio tan tranquilo, te apliquen el SITEL y aparezcas conduciendo un Ferrari California con una tratante de bolsos al lado, tipo suegra, y tus niños convertidos en pilotos de Fórmula 1 en los asientos de atrás. Después de confundir la opinión pública con el milagro de los paños y los trajes, después de que te cantaran el himno del 92 amiguitos del alma para siempre, después de verte a ti mismo muerto en una cuneta boca abajo, mientras esos socialistas de mierda te piden las cuentas boca arriba, vas tú como un rey de los de antes, recién afeitado y al salir de casa te administran el SITEL para hundirte.


He intentado documentarme sobre tan prodigiosa arma, pero no la tienen ni en el Corte Inglés; a pesar de mi pie maltrecho, intenté comprarla en la trastienda de un todo a 100, que no son chinos sino coreanos del norte, pero nada. Al fin di con ella por Internet. No es SITEL propiamente dicho, es una versión más de andar por casa, la hacen en Ibi, en la misma Comunidad Valenciana, y se llama LETI’S, un anagrama para disimular y hacerle la pelota a la princesa. Me la mandan por ocho euros más gastos en un discreto envoltorio que parezca Viagra y pase, por tanto, desapercibido. Di mi tarjeta y me acaba de llegar.

Después de unas simples pruebas, estoy en condiciones de decir que Camps, frente a cualquier evidencia, no pilotaba ese coche. Es todo cuestión de la realidad aumentada, un invento diabólico de los progresistas para hundirles y que los dos escalones de esta cuestión absurda que decía Camps que faltaban, se conviertan en la interminable escalera de Odessa hacia el desastre que le están haciendo padecer.

Y no tengo otro remedio que darle la razón a la Cospedal, a Rajoy y al estratega Trillo. Estás máquinas son producto del infierno. Te hacen ver lo que no es. Miren las imágenes que salen cuando dirijo mi recién llegada maquinita LETI’S a una foto normal de Camps en su coche.


¿A que ni siquiera le reconocen? Bueno pues yo les aseguro que es el mismísimo Molt Honorable President Camps al volante de un Ibiza de segunda mano comprado con lo que le sisa a su esposa en la farmacia. Lo demás son infundios.