sábado, 13 de febrero de 2010

Maquiavélica semana

Esta semana ha sido complicada. En los aeropuertos te miraban mal si eras español como a la señora que debe en la tienda del barrio. A ese español no le fían, se oye entre cuchicheos entre otros viajeros intercontinentales con pedigrí de buenos pagadores. ¡Deudores! Nosotros, que osamos adelantar a Italia y olfatear las pudendas partes de los franceses, hundimos el cuello en el abrigo para no ser reconocidos en este peregrinaje crítico.

Y a algunos ministros le sale la vena paranoide y piensa en una conjura contra los ideales socialistas griegos y españoles. Como se les ve el ramalazo socialdemócrata, no dicen vienen por Marx y por Rosa Luxemburgo. Se quedan en un modesto grito colaboracionista de ¡Vienen por el euro!, ¡Vienen por el euro!, repiten gritando, amparándose en un dios mayor. Al otro lado, allá donde nunca cubre y siempre se hace pie, los conservadores se desgañitan: No es España, es Zapatero quien ha vuelto a perder Cuba, proclama PPons, rematando el alarido con una sonrisa final de monja con pensamientos lúbricos reincidentes.

Así están las cosas en una semana complicada, que como los amores de verano queda en nada. La comandante Salgado fuese a Londres y mandó a parar. Traje de guerrilla con tacón alto. Jimmy Choo y Christian Louboutin donde fracasa Keynes y Rifkin. Y Financial Times paró. Vamos que si paró, que donde dije digo, ahora digo que no hay nada como el bono español, que donde esté una buena tortilla de patata que se quite la musaka y hasta el fish and chips.


El caso es que lo bueno de los especuladores, es que no tienen ideología. Quiero decir que no tienen la nuestra. A ellos les va la pasta, el dinero. A nosotros, a ustedes y a mi, también, pero no sabemos conseguirla. Y miren que es fácil. Un especulador pide prestado tropecientos millones de kilos de arroz. El arrocero dice vale, te los presto, pero me los devuelves la semana que viene y por esta semana te cobro un mínimo porcentaje. El especulador va al mercado y los vende aunque no son suyos. De hecho no distingue un grano de arroz de uno de café, pero es capaz de oler un dólar en tu refajo. A guión seguido el especulador, que supone que va a bajar el precio del arroz, hace todo lo posible para que así sea. Y todo es todo. Cuestión de fines y medios. A los pocos días el precio del arroz baja y el especulador compra, ahora sí, a un precio menor, porque los mercados han oído que el arroz está muy mal y, asustados, venden barato. El señorito especulador devuelve todo el arroz que le habían prestado y gana la diferencia de precio menos el porcentaje de préstamo. Como ven es el tipo de economía que genera un montón de puestos de trabajo.

Por eso recomendaban que el Banco Central Europeo comprara la deuda griega y española, para que el precio subiera y el especulador se hundiera al tener que comprar más caro para devolver lo prestado. Pero estos esforzados muchachos se cubren con pólizas de crédito, seguros contra los impagos, y las venden por el doble de lo que les costaron. Todo con un teléfono, que a lo mejor ni siquiera es suyo.

Pero debe quedar claro que eso no sucede al azar, ni es una conjura de necios en Génova o en Davos. Nuestro gobierno tiende más a Guti que a Higuaín, por poner un paralelismo filosófico. El primero disfruta con el artisteo, enciende a unos y otros le quieren quemar y en muchas ocasiones parece que juega otro partido como el ajedrecista de Stefan Zweig. Por el contrario Higuaín sale un ratito, va a los suyo y cierra el partido con acta notarial. Un francés argentino que a diferencia del gran Gardel jamás encuentra secas las pilas de timbre alguno.

Y es que nuestro consejo de ministros tiene aires de tango, de burdel y arrabal, lo que ofrece maravillosos ingredientes para una novela, pero pésimos para un manual de identidad corporativa que es lo que quieren los mercados, un buen power point con gráficos y entradillas de consumo efímero y digestión fugaz en lugar de cuartillas semiarrugadas con manchas de taza de café y alguna lágrima perdida. Y si uno se dedica a mandar, o cambia el paradigma, y para eso hace falta algo más que buenismo, o manda como se manda en el resto del mundo, antes llamado libre, con sus pautas y sus protocolos, sus tempos y sus ritmos, y no al ya veremos tan español. De ahí el I+D+i, Investigación, desarrollo e improvisación, que nos adorna en cada proyecto.

Aunque no se crean, que cuando hay que echarle inventiva al asunto, pocos nos ganan. Este mismo mes de enero el Ministerio de Sanidad y Política Social ha aprobado la Fundación Marquesa de Balboa Ancianos Solitarios Venidos a Menos. Sé que parece una obra de Arniches, pero no. Créanme o miren el BOE, donde verán que los fines de la Fundación consisten en: «atender y cuidar a pobres vergonzantes y ancianos solitarios venidos a menos, que vivan solos o en condiciones precarias, con su familia o con personas a quienes también estorban, o en residencias que tienen deficientes condiciones de higiene y en donde, además les traten mal, atendiendo primero a las mujeres, y preferentemente a las que tuvieron una buena posición, con preferencia a las personas de la condición social que tuvo la extinta Excma. Sra. Marquesa de Balboa, que necesitan ayuda y no se atreven a solicitarla o no lo consiguen». ¿Alguien da más?

Yo que no soy mujer, jamás tuve buena posición y ni en sueños, a Dios gracias, alcanzo la condición social de la señora marquesa, me siento sobrecogido mirando mi futura, pero cercana ancianidad. Pero lo que me aterra es que parece una fundación hecha a la medida para el retiro de Garzón, que ahora estorba a todos, que habita en residencias de dudosa higiene, intelectual al menos, y que aspira a ser el primer reo del postfranquismo. Con todas sus sombras, el hombre que procesó a Pinochet y que ha roto los precintos del franquismo, no puede terminar en el banquillo por mucho que la técnica judicial así lo diga.

¿O acaso nos creemos la bobada de que el fin no justifica los medios?