sábado, 2 de mayo de 2009

Cuando dejó de llover en Santiago

Recién acabo de terminar –me gusta decirlo en chileno- el libro de Luis Sepúlveda, La sombra de lo que fuimos, y quiero recomendárselo de forma entusiasta. No había leído nada de este autor, el pelma le había regalado hace siglos a su padre Un viejo que leía novelas de amor sin tener más noticia del resultado. Ninguno de los dos leía las recomendaciones del otro, como si ello supusiera dar el brazo literario a torcer, la forja de dos rebeldes estúpidos. El caso es que Sepúlveda pasó desapercibido para el pelma y por tanto para mi, ya que la paga no me da nada más que para hentai clandestino, hasta este libro, que ha merecido el premio Primavera de Novela 2009.


Tres outsiders añosos se reúnen en un almacén de Santiago de Chile para esperar a Nolasco. Se exiliaron tras el golpe de 1973 de Pinochet y vuelven a verse para cambiar las cosas y hacer la revolución. Pedro Nolasco era el jefe de esos militantes izquierdistas y cuando va a la cita le cae encima un tocadiscos que una pareja tira en una bronca por la ventana, acabando con su vida. Así empieza una novela corta, muy divertida, que habla de la amargura de las vidas rotas, de la lucha política, de las ingenuidades militantes y el sopor diurno insoportable que causan los años. Si el inicio es chusco, hay momentos de sonoras carcajadas con gallinas con conciencia de clase o la conmiseración patriótica como explicación del adulterio.

Da ideas de pensamiento mágico como besar los testículos a la estatua de un caballo para tener suerte o de optimismo anarquista cuando dice que la libertad es un estado de gracia y solo se es libre mientras se lucha por ella. Habla de eutanasia, de compañerismo y de valentía: no existen los valientes, sólo las personas que aceptan ir codo a codo con su miedo, habla de todo lo que nos gusta y conmueve. Si tienen un rato y 18 euros, no se lo debieran pensar mucho.

viernes, 1 de mayo de 2009

Morrito, Morro, Morrazo

Después de un tiempo en el que el pelma me ha suplantado -él piensa lo contrario- y después de leer el periódico les voy a recordar un chiste.Cuentan que un ministro de obras públicas acude a una reunión internacional en Berlín con sus colegas del ramo. Como el ministro alemán veraneaba en Mallorca, hace buenas migas con él y le invita a su casa. Cuando el coche de la embajada se acerca al destino, nuestro ministro ve con envidia, una entrada espectacular con fuentes y jardines y a lo lejos una enorme mansión donde le esperaba su amigo con dos gigantescos perros. Tras la cena y degustando unos snaps empiezan a hablar de sus cosas, del futuro, del retiro y, en tono de confidencialidad, le pregunta:
- Esta casa es magnífica, ¿cuánto es el sueldo de un ministro aquí? Porque a mi me resultaría imposible. Vivo en un piso de 90 m2.
El teutón sonríe y coge de la cintura al español, mientras le lleva junto a un ventanal.
- ¿Tú ves aquella autopista iluminada entre los árboles?
- Sí, claro, fantástica. He venido por ella hasta tu casa.
- Pues el 10% para mi, mientras ahuecaba la mano en silueta egipcia dominando el lenguaje internacional de los signos financieros.
Se despidieron amigablemente y al día siguiente nuestro ministro de obras públicas regresó meditabundo a España.
Por gracia de los turnos rotatorios y el mérito de la cadencia, al cabo de cierto tiempo, a España le toca ser anfitriona de esa cumbre. Y, como sucedió en Berlín, tras la reunión, nuestro ministro devuelve la invitación a su homólogo.
El alemán, después de cruzar la cancela de seguridad, miraba desde su Mercedes anonadado. A un lado, a otro, el ministro extranjero giraba la cabeza para sorprenderse de los saltos de agua artificiales, del zoológico con diferentes hábitats, una plaza de toros, una piscina con isla y un delfinario. Al bajar ve a su amigo hispano en lo alto de la escalera de un rotundo edificio con dos leopardos custodiándole.
- Pero… tu casa es espectacular, dijo intentando mantener los ojos en sus órbitas.
- No, este es el pabellón de caza, la casa está un poco más allá. Ahora nos recogen.
- Guau, es impresionante. Realmente inconcebible. No sé cómo has podido lograrlo.
Nuestro ínclito ministro de obras públicas dibuja una hamaca con su sonrisa y cogiendo por el bracete al germano, señala unos prismáticos.
- ¿Ves alguna autopista de aquí al horizonte?
- No, responde desasosegado después de unos minutos de escrutinio.
- Pues eso, dice el nuestro mostrando todos los implantes.

Seguro que lo conocían, pero acercárselo de nuevo me sirve para recordarles a su vez que la naturaleza no imita al arte. A pesar de la SGAE y de Eduardo Bautista (Teddy), la naturaleza no imita al arte, la fotocopia, como un calco perfecto.

Agustín Hernández es el nuevo consejero de Medio Ambiente, Territorio e Infraestructuras de Feijóo, la esperanza mulata tras Gallardón de la derecha española, facción no ultramontana. Este señorito gallego, cuando era responsable de Infraestructuras de la Diputación de Pontevedra, certificó el final de obra de una carretera a Lira, un pueblín de allí. La carretera acaba de empezar a construirse ahora mismo. La empresa adjudicataria fue Sercoysa. Adivinen quién fue anteriormente su apoderado y director de Construcción. Exactamente, cómo se nota que es fiesta y están descansados. Fue Don Agustín. El clímax antes de la primera cita. Es de bien nacidos…


Hoy se celebra el día del Trabajo, y ya conocen la contradicción, es festivo, pero es obligado mencionar esas sonrisas sinceras de Camps en la foto que les traigo. Han debido costar tanto esfuerzo, tanto ensayo, tanto método, que se publican el primero de mayo como metáfora de la dura faena. Y tan orgullosos están en ese PP valenciano hediondo, que por detrás se ve a Ricardo Costa diciendo ¡tachaaán! ¡Lo ha vuelto a hacer! ¡Sin red, sin arneses! Dice el Camps más taumaturgo, que está loco por explicarlo todo, pero se reprime las ganas. Debe tener el cilicio al máximo con ese deseo que le consume. Contención, Paco, contención.


Y a la izquierda se ve a su Calabacillas mirándole con arrobamiento, esperando que le cuente qué le regaló el Bigotes a su mujer para pasarse veinte pueblos. Un GPS no sería, son bastante precisos esos chismes para tanto despropósito.
Claro que eso de Tom Tom puede ser Tomás, Tomás, dicho de otro modo, sastre, sastre. Quién lo sabe.

Pero no quiero que pase este día sin recomendarles otra foto. Es una foto ciertamente curiosa.Esa mirada humana, inteligente, se percibe más allá de saber que su objetivo es ayudar al desvalido, se percibe esa capacidad de empatía, de entendernos, de cuidarnos, sin duda le echamos de menos, aún cuando no fue, no es nuestro, y a pesar de esa postura forzada, incómoda. Lo que no entiendo bien es por qué le está sujetando la cabeza por el cuello ese tipo desabrido, adusto, que cree que la seriedad y la inteligencia están en el ceño que tiende a condensar, preguntándonos con matonismo ¡Sí, te engañé! ¿Y qué?

Seguramente le sujeta por el cuello para estrangular cualquier otra idea, alguna otra emoción, o, quizá, para palpar los pulsos de libertad que el collar domeña. El labrador nos mira pidiéndonos indulgencia y comprensión, al gran amo no le han puesto todavía la antirrábica, ni la antibélica, ni le han instalado el chip de la concordia, sean ustedes comprensivos.

Pero la foto acredita, definitivamente, quien es el peor enemigo del hombre.

lunes, 27 de abril de 2009

Desfachatez

"En estos momentos tan complicados hay quienes lloran... y quienes venden pañuelos", aunque como hombre de empresa me toque animaros a que seáis de los segundos... mi corazón siempre estará con los primeros. Así se etiqueta un alto ejecutivo de multinacional americana cojofamosa en su zona Facebook. Así es como quieren que le vean, caritativo, sensible, empático. Quiere creer que a pesar de estar en lo alto, es capaz de sentir la desgracia ajena, de entender al desvalido, que sus triunfos no le eclipsan la solidaridad ni le nublan la conmiseración. Lástima que sea falso, terrible que necesite escribirlo para poder leerlo, asombroso que pueda creerlo. Y ni siquiera es engañarse a sí mismo, porque sabe que él no es así, sabe que no daría un chavo de los que le sobran por ser así. Es una impostura gratuita, innecesaria, que únicamente el corralito adolescente de Facebook permite, porque las mentiras temporales están toleradas, como el acné, los amores eternos y las amistades de tenacidad efímera. Pero ¿qué hace ahí un tipo de cincuenta años ofreciéndonos su envés maquillado? si no es el restregarnos las lágrimas que su sistema de valores ha ayudado a provocar.