sábado, 2 de enero de 2010

Empezamos

Pensemos durante unos segundos que tras el atracón de anoche, tras engullir la última uva, tras los bailes, las broncas, los amores de la última noche y el inquieto sueño de tránsito entre dos abismos, nos despertamos investidos de autoridad para cambiar las cosas. Uno, dos tres, cuatro… ¿Cuántos segundos necesitan más para pensar que lo primero es la educación?

Ya se lo digo yo, así que déjenlo, que éste es mi año. Da igual de lo que hablemos, de economía, de sanidad o de relaciones internacionales, cualquier estrategia debe pasar por disponer de los mejores para pensarla, montarla y llevarla a cabo.

Zapatero no se cansa de repetir que hay que cambiar el modelo productivo, que no podemos basarnos en el ladrillo y en el sol de forma exclusiva, pero poco sabemos más de cómo lo va a cambiar. Y Rajoy todo lo arregla con la bajada de impuestos. Guillermo de la Dehesa nos dio algunos datos el pasado domingo. Si esos dos sectores con los que hemos cabalgado a crecimientos espectaculares durante años han sido tan prósperos, se ha basado en parte a que nuestro nivel de instrucción medio es perfecto para su desarrollo. Por un lado el sol se suele quedar en Marbella y en Torrevieja y las segundas residencias o las jubilaciones europeas no se dan tan bien en Escocia, lo que significa que la competencia es menor por una variable que es constante y el valor añadido que esas industrias reclaman es menor que el de otros sectores.

Cuando la crisis azota duramente y a España de forma especial, nos basta con echar la culpa a Zapatero y nadie se pregunta en lo fácil que es despedir porque es fácil sustituir a ese empleado. El empresario no ha invertido una perra en ese trabajador, por lo que no tiene que hacer políticas de retención ni sufrir por su sustitución, porque es un activo menor en su cadena de producción. Cualquiera de nosotros ha asistido al cambio fulgurante de todo el sector de la hostelería en servicio al cliente, por inmigrantes. Por supuesto que eso no ha sucedido en los salones que te preparan unos crepes Suzette en la mesa o te deshuesan una perdiz, pero es fácil cambiar a un operario que tira la leche por el plato al servir un café o que confunde Manzanilla con manzanilla.

El fracaso educativo en los niveles medios españoles es tal que muchos autónomos inmigrantes han desplazado a las profesiones tradicionales de pintores, antenistas, y reparalotodo varios, muchas veces con alegría por parte del cliente dada su mayor amabilidad y pericia.

Vamos con algún dato. Un tercio de los alumnos de ESO no la termina ni se dirige a la FP. Hay pues exceso de tipos con enseñanza primaria y déficit en las capacitaciones que procura la formación profesional. Como la FP tiene mala fama, las familias animan a los vástagos a la universidad. Y como la universidad es barata, pues hay demasiados universitarios. Y además esos universitarios lo son de carreras no técnicas lo que tiene algo que ver con el empleo precario, la sobreespecificación y la falta de encaje en el mercado laboral.

Sé que algunos protestarán, pero la enseñanza debería ser piramidal, porque las capacitaciones son piramidales y no parece sensato que existan tres veces más universitarios que graduados en FP. Y sé que es necesario preservar educaciones no utilitaristas, pero no se puede competir en el mundo a base de filólogos clásicos. Quizá otra cabronada más.

La reflexión que hace de la Dehesa es muy interesante: la mayor tasa de universitarios elimina, por exceso de oferta, su teórica prima salarial por educación, y los hace, encima, más proclives al despido por la facilidad de recambio. A ello unimos el coste que la sociedad ha empleado en cada título que no es devuelto a la sociedad, porque se pierde en el infraempleo. La perversión del sistema continúa en el otro lado, ya que la falta de graduados en FP hace que estos logren salarios más altos a su formación y decididamente más altos a los universitarios. Así tenemos al FP dirigiendo al equipo técnico y al universitario de recepcionista. Nada que ver con el respeto, me refiero al dinero tirado por la alcantarilla de la insatisfacción.

Sin duda es un logro social de primer orden que el que no tenga recursos pueda estudiar más allá de la enseñanza obligatoria; pero lo que no tiene sentido es que un zote se pase año tras año en la universidad consumiendo recursos. ¿Saben ustedes que un tercio de los matriculados no termina nunca sus estudios? ¿O que otro tercio tarda dos años más en terminar de lo previsto? ¿Creen razonable sufragar los estudios a esa gente entre todos? Un estudiante universitario cuesta 8000 euros al año. Él paga menos de 1000 de media, un 12%. Los ricos siempre tendrán ventajas y podrán permitirse que sus cachorros jueguen al mus en el bar de la facultad mientras pasan ocho, nueve o diez años en sus aulas, pero no podemos trasladar esas ventajas perversas a todos los demás, en aras del igualitarismo. El becario tiene que ser más listo o más esforzado. Que no hubiera nacido pobre. Y al igual que se hace con la luz en los últimos tiempos, esto es, pagar los costes reales, la universidad debe aproximar sus costes en la matrícula pagada. El que tenga que pague, y el que no tenga que estudie.

jueves, 31 de diciembre de 2009

El abismo del tiempo

Hace unos días, en Madrid, encontraron una cápsula del tiempo, ya saben, una urna que contiene elementos de determinada época que se deja a modo de botella de náufrago por si alguien la encuentra en unas futuras playas redentoras.

Es un ejercicio de presunción presente y orgullo adolescente de aquí estuvo Mari Pili y Damián, por mucho que nos pongamos trascendentes y metamos un libro, un periódico, unas monedas o determinada música. Al final es dejar ese toque fétido de los perfumes que añada persistencia a nuestra existencia cuando se acaba la insistencia biológica.

Y apetece pensar en una música que te represente, que diga cosas de tu época, de aquella en la que la muerte no existía, o un libro que te aburriste de regalar o una fotocopia de tu primer salario o el pañuelo con las primeras lágrimas provocadas o lloradas. Apetece porque es egotista y creemos que nos trasciende, como hijos dóciles que aceptan la mera prolongación y acuerdan jugar la prórroga del partido que empataron, o empantanaron, sus padres.

Pero claro, yo no puedo hacer eso. Viene el pelma y me mata por hortera predecible. Puedo hacerlo a escondidas, pero terminaría descubriéndome, así que desde ahora mismo rechazo la idea de apuntar discos, libros, poemas o ínclitos momentazos de nuestras vidas.

De todas formas he pensado que antes de desearles a todos un 2010 decente, bien podría inventarme una ampolla temporal de contenido desusado, un supositorio cronológico de miserias e ilusiones.

Lo primero es buscar un sitio donde enterrar el artilugio. Se me amontona el trabajo, con tanta zanja de Gallardón, se me ocurren mil lugares. Lo dejaremos para el final.

Tal y como están las inmobiliarias utilizaremos una caja de mudanzas, que de nuevo el contenedor sea parte del mensaje, para llenarla de las cosas que etiqueten esta época.

…/…

Cuando tenía un montón de ellas, ha venido el pelma y me las ha tachado ¿Qué para que quiero una muestra de semen de Aznar o los calcetines ensangrentados de Esperanza Aguirre? No me ha dejado ni explicarme. Me ha desenchufado el ordenador y he perdido casi todo. Otro que piensa que Internet es un medio de incomunicación social.

Sus nietos se lo perderán, cuando el día de mañana no encuentren mi caja del tiempo y por ende no hallen la tarjeta de fichar sin usar de los funcionarios de Justicia, ni una maldita hora extra de controlador aéreo. Ellos se lo pierden.

Que se conformen con aventurar cómo será el futuro sin apoyarse en mis valiosos datos, y se condenen a repetir la historia. Que se fíen de Zapatero que nos confiesa que estamos al borde del atisbo. ¿Es así no?

Feliz 2010. Y que con un par les vaya mejor.

martes, 29 de diciembre de 2009

La mujer del tiempo

Celia Villalobos, esposa del consejero áulico de los últimos presidentes del PP, demostró hace unos meses un enorme conocimiento del mundo. Me refiero al mundo animado en dibujos, que es la forma en que lo entendemos mejor. Ella debe pegarle al anime, porque sobre los más prosaicos anda un poco despistada. Estaba interpelando la pava con Corbacho y citó a uno de los grandes, al Correcaminos. Dijo: Se acordará usted entonces del correcaminos dibujo animado que corre tras el zorro. ¿Qué infancia tuvo esta mujer?

Cuando gane el PP, propongo que nombren a Celia directora del Parque de Doñana y que, por supuesto, procedan al cambio de su apellido. Pero antes debe ver un especial Barrio Sésamo que distinga entre lobo, zorro y coyote.

Quizá es lo que le pasa a su marido, Pedro Arriola, que no distingue entre el bien y el mal y confunde al santo Rajoy, nuestro asno de Buridán patrio, a la hora de tomar posiciones sobre las cosas que a todos nos interesan.

Pero para distinguir de maravilla, háganse con el PMSbuddy. ¿Ni idea? Pues están ustedes buenos. Es el regalo de estas navidades. Y además lo tienen en la Apple store por menos de un euro. ¿Siguen in albis? PMS, PreMenstrual Syndrome, para los no valencianos, síndrome premenstrual.


El asunto consiste en un servicio gratuito que te advierte cuando tu mujer, tu novia, hermana, hija, madre o asistenta por horas se halla en ese momento del mes, cuando las cosas se ponen más intensas sin que parezca haber razón para ello.

Puedes controlar hasta cinco mujeres y evitarte así discusiones o malentendidos.

No me digan que la vida no puede ser más fácil. Este servicio te manda un correo diciéndote como va a estar el tiempo, lluvias, tormentas, suave brisa.


En cuanto muestre fotos de animales y venga la del coyote le regalo uno a Celia. Y otro a Rajoy, a ver si en este desastre de partido tiene la culpa de todo Cospedal y Soraya.

O que don Mariano tenga de vez en cuando también la regla. Que no me extrañaría.

lunes, 28 de diciembre de 2009

Superman y la familia

Tan escasos estamos de referentes, una vez que María San Gil dio el famoso portazo, que llamamos héroes a cualquier cosa. El último es el que encontró a un niño en un portal de Madrid mientras paseaba al perro. Héroe le llaman. No se aclaran si es ferretero o trabaja en una discoteca de portero. Asunto de hierros en cualquier caso.


¿Dónde está en la heroicidad? Quizá en tener perro en un país en el que prácticamente ningún hotel lo permite en sus instalaciones. Quizá por tener dos trabajos con la que está cayendo. Pero por encontrar un bebé en un portal me parece exagerado. Somos un país de hipérboles. Si lo encuentra y lo deja allí hubiera sido un tremendo hijo de puta, si llama a la policía un héroe. ¿Se dan cuenta? No se puede ser normalito. Pero para algunos periodistas la cosa estaba predestinada: porque la médica que atendió al niño se llamaba Natividad. Como se apellidaba Ramos, esperaremos que haga algo en Semana Santa y ya tenemos otra heroína. Para héroe el chiquitín, que aguantó como un jabato el frío de la mañana con una mera toquilla.


Y frío debía hacer para que la reserva espiritual, y ahora también genética, de Europa no acudiera en masa a oír la homilía de Rouco a la Castellana, sabiendo sobre todo, que era día de nominaciones. Así que únicamente acudieron al panal de rica hiel, 56.000 almas a que les recordaran lo malos que son los que no piensan lo mismo que ellos. Rouco se apuntó al carro europeísta para decir que Europa sin vosotros se quedaría prácticamente sin hijos. Qué responsabilidad. Y qué incitación a la coyunda. Vamos, si llego a estar allí y oigo ese mandato, quién me quita de pasarme toda la noche fornicando con un prosélito femenino, o al menos repitiendo el te aseguro que es la primera vez que me pasa, que milagros, los justos.

Rouco, sin darse cuenta, abrazó también las doctrinas de género, considerando el divorcio express similar al repudio, al rechazo que hombre hacía de su mujer. Lástima que ahora la mujer pueda repudiar al marido sin más explicaciones por esa aberración de la igualdad de derechos. Y lo dijo ante una audiencia llena de monjas, profesión igualitaria donde las haya.

En resumen, los anticonceptivos son malos, el aborto de lo peor, el divorcio un fracaso, el matrimonio homosexual una guarrería y la eutanasia una amenaza. Y luego les acusamos de no innovar.

domingo, 27 de diciembre de 2009

A la espera del dolor

Acabo de terminar Caos calmo. La película. Compré el libro hará ya un año, regalé otro ejemplar y no lo leí. Quedó en el purgatorio de los libros que viajan en las maletas, que miran lo que haces en la cama y que ayudan a soportar el peso de otros libros en la mesilla. Por alguna razón nunca entró en la lista final de candidatos a ser abiertos.

A la película le pasó otro tanto aunque más breve en el tiempo. Pero las posibilidades de los grabadores actuales suponían un mayor estigma. Aparecía de forma evidente como la grabación más antigua. Quizá era el mismo libro el que me indicaba al modo subliminal que él estaba antes, que no sucumbiera a la facilidad del cine arrumbando a la literatura. Quizá era la inmensa competencia de series, documentales, partidos de futbol lo que hizo que sedimentara magnéticamente en un disco duro. Durante meses.


Pero hoy llegó el día en que la versión cinematográfica de Sandro Veronesi se estiró el pelo y acaba de pasar por delante de mis ojos.

Vaya por delante que me ha hecho volver a considerar el libro y vaya por delante que no les contaré, como es mi costumbre, el argumento; bastará con una mínima introducción. Un directivo de televisión y su hermano salvan a dos bañistas de morir ahogadas. Al regreso a su casa de verano, encuentra que su mujer acaba de caer fatalmente de una terraza. Mientras intenta salir del enorme trauma, se instala frente al colegio de la niña. Aparca su coche y le dice que estará allí siempre. Y allí se queda un día tras otro.

Lo que debería haber actuado como emoliente de tanto desgarro, aparece como un universo paralelo de cotidianeidad, que empieza a verse engrosado por nuevos personajes que a veces interactúan y otras asisten callados a la experiencia, que aun reconociéndola como extravagante, la asumen y cuidan. El padre y su hija siguen con el resto de su vida y únicamente ese acompañamiento del padre durante las horas escolares, resulta extraño. La niña saluda por la ventana prestando y obteniendo seguridad y contacto a un padre que trata de cubrir un espacio emocional devastado.

Con el paso del tiempo, Pietro empieza a formar parte del paisaje y empieza a significar por sí mismo un nuevo polo de rutina, sin el cual, la existencia diaria de los habitantes pasajeros de ese parque, se hace diferente, convirtiendo así lo divergente y anómalo en habitual y acostumbrado. Y la vida sigue igual que antes, la laboral incluso, a pesar de estar la empresa inmersa en una fusión de campanillas, por allí pasan su cuñada, su hermano, sus pares y sus jefes y otros personajes que se convierten en periféricos en la medida en que actúan centrípetamente de ese jardín de tensa espera. Es como si esa plazoleta arbolada obtuviera del protagonista y su devenir, la cuota de emociones necesaria para sobrevivir en este mundo hostil, como si Pietro, en su desolación, atrajera los abrazos y la ternura necesaria de la que carecía hasta ese momento.

Es una película para ver si solamente quieren eso, y es una película para pensar si tienen el día chungo. No es lacrimógena y tiene alguna veta de humor italiano. El peso lo lleva un Nanni Moretti, cada vez más Pacino, que se deja dirigir por Grimaldi y la niña Blu Yoshimi espléndida con un Polanski que tiene un pequeño pero relevante papel.