sábado, 5 de marzo de 2011

Que nos lo cuenten

Decían hace casi cincuenta años Juan Antonio Bardem y Alfonso Sastre que nunca pasa nada. Y así es, gana el Barcelona, pierde el Valencia y Mourinho no para de hablar con una boca demasiado grande. Porque una forma de que no pase nada es que pase siempre lo mismo.


Ahora Rajoy está jugando a la febril diferenciación; por un lado se hace pro control de la inmigración allí donde no tiene nada que perder y por otro lado dice que el suyo es el partido de los trabajadores y se declara como inventor del Estado de bienestar. Si fuera una pregunta del trivial podríamos estar de acuerdo con él en que el estado de bienestar fue acometido por los conservadores, metiendo en ese saco nominal a democratacristianos, liberales y tibios varios. Pero es sabido que los quesitos del trivial se consiguen sin explicación, bastante tiene uno con acertar. Decía Saul Bellow que la vida sin explicación no vale la pena ser vivida y la vida con explicación es insoportable, pero es menester que Rajoy no deje las cosas así para el siglo. Que Bismark empezara con algo parecido al Estado social o Estado providencia, como ustedes quieran llamarlo, no significa que su preocupación fuera el extender las oportunidades de unos pocos al resto de los mortales, sino más bien la evitación de los movimientos al alza de socialistas y comunistas.


Desde luego hoy no toca teórica, así que no entraremos en distingos, definiciones y consideraciones varias, pero detrás de cada oferta conservadora que beneficie a las clases obreras han estado los movimientos de izquierda, ya sean asociativos, partidos políticos o sindicatos. El estado de bienestar es la construcción capitalista inteligente de un orden de producción que sea lo aparentemente poco injusto como para que los trabajadores no cuelguen a los explotadores del palo mayor, pero, siempre, siempre es el resultado del empuje de la orilla de enfrente: una conquista, no una dádiva.

Zapatero ha jugado el papel de la derecha conservadora para mantener el estado capitalista que al fin y al cabo es el terreno de juego de la socialdemocracia. Tiempos estos en los que se entiende ser socialdemócrata como orgullo progresista cuando anteayer era baldón reaccionario. Pero de ahí a que Rajoy se erija en paladín de los descamisados, de los desastrados, justo cuando acaba de ungir a los trajeados de balde, es un exceso que con este frío no me da la gana consentir.

Contaba Chaves Nogales en una de las historias de A sangre y fuego, poniendo las palabras en boca de un marqués, que el pueblo siempre es cobarde y cruel. Se le da el pie y se toma la mano. Pero se le pega fuerte y se le humilla. Desde que el mundo es mundo los pueblos se han gobernado así con el palo. De esto es de lo que no se han querido enterar esos idiotas de la República.


Y ahora viene la auténtica pregunta del Trivial: ¿Rajoy está con el pueblo o con el marqués?

Porque está muy bien lo de criticar a Zapatero, llamarle tonto sin ni siquiera darle pan, poner a parir a sus ministras y hasta reírse de sus hijas y esposa. No lo creo, pero debe de ser un complemento del cargo. Pero dado que el presidente está ya amortizado, dado que ni la Chacón ni Rubalcaba parecen merecer la confianza suficiente de los votantes, sería conveniente que Rajoy y los suyos nos explicaran qué van a hacer con las pensiones, qué modelo de sanidad tienen y qué demonios proponen para arreglar esta educación maltrecha. Hay muchas más cosas que tienen que explicar como la seguridad o las infraestructuras, pero al menos contarnos cómo va a ser el trípode del bienestar, a ver si en lugar de inventar el Estado de Bienestar lo que han inventado es lo nunca visto: el trípode que cojea.

Luego quiero saber qué va a pasar con los impuestos, porque eso de menos tributos en genérico no es nada y si se bajan a todos, qué partidas de gasto se van a reducir, salvo que la declarada devoción cristiana del Partido Popular pueda remedar los panes y los peces y con menos haya para más. Quiero saber qué van a hacer con el asunto del aborto, porque de 1996 a 2004 no hicieron nada y ahora no paran de piarla, quiero saber qué va a pasar con el matrimonio homosexual, si se limitarán a acuñar un nuevo término para ellos o descasarán ante dios lo que sólo se casó ante los hombres. Más que nada porque todos estos asuntos están recurridos en el Constitucional y uno debería ir haciéndose una composición de lugar.

Y es que no me lo ponen fácil, porque en el PP hay demasiados digos, y no digamos Diegos, según la región, según el tema o según se levante el responsable de turno.


Veo una foto en la que Camps se humilla con la chaqueta abotonada para besar la mano del arzobispo de Valencia, que le pregunta ¡Ni una arruga, Paco! ¿Quién es tu sastre? Y Camps le responde ¿Tú también con eso hijo mío? Pero la noticia no es sartorial en sí misma, es más bien sobre la moral sexual de la Iglesia y la libertad de impartición en los colegios. Creíamos que eso de la educación sexual estaba superado, pues no. En lugar de recurrir a los propios programas de la Generalidad valenciana la Iglesia prefiere los suyos en los que se habla de vicios, noviazgo casto y continencia, pura vanguardia como ven. Y ello supone una oferta gratuita de consideración extracurricular, que es cómo siempre se han hecho estas cosas de los bajos inflamados, a oscuras y en los sillones de atrás.

Espero que les proyecten la última versión de El Exorcista, un aggiornamento estilo Juan XXIII de la película de Linda Blair, en la que, una madre contrata al demonio para que saquen a un cura de su hijo.


Qué cosas, siempre con lo mismo, ya sé, pero es que la Generalidad y yo tenemos una versión muy reduccionista del ser humano. Palabrita de Arzobispo.