sábado, 9 de abril de 2011

Calor

Calor, ¿verdad? Esta semana nos ha dejado el rastro de lo que vendrá dentro de nada, amenazando nuestra existencia con la deshidratación propia y la constatable deshidratación ajena tan aficionada a flotar en el aire como si fuera una simple respuesta. Es la época de contrastes y disloques. Simultáneamente ves a una persona presta y dispuesta a descubrir el Polo Sur junto a otra casi recién salida de la piscina, chanclas, piernas al aire y camiseta de manga corta al lado de una parka plumífera y botas de montaña haciendo juego con la bufanda. ¿Me visto para las siete de la mañana o para las seis de la tarde?


Más o menos es lo que ha tenido que pensar Zapatero antes de contarnos sus planes. ¿Este sábado o al otro, después de las elecciones, antes del verano, en pleno agosto, me callo como Rajoy y que supongan…? Pero al final no los contó y como era de esperar tampoco gustó a nadie, los diarios progresistas entre la cautela, la hagiografía y el cómo pudiste hacerme esto a mí de Alaska y los otros arrogándose el papel de decidir ellos y aventurar grandes desgracias de no hacerles caso.


Más tarde hubo que aguantar la estampida de peperos atribuyéndose el mérito del desahucio, como Camps, o ver a una Barberá y una Cospedal amamantando a los dobermans del partido con mentiras torpes. Sé que lo vieron, así que les ahorro la náusea. Pero Rajoy no dijo nada. Ya saben esa pregunta estándar de dónde estabas cuando mataron a Kennedy, que se ha actualizado con el 11S y similares. Bueno pues a Rajoy no se le puede preguntar porque siempre le pillan descansando de fin de semana. Le pasó con el Prestige y le vuelve a pasar ahora. Así que no nos dio su teórica sobre el particular dejando que su Secretaria General desgranara su discurso sobre la conveniencia de llegar al poder cuanto antes, mostrando escaso respeto a los más de 11 millones de votantes que prefirieron otra cosa hace sólo tres años.

También le escucharían en la entrevista que le hizo a varias voces la SER, actuando como ejemplar modelo de niño bueno con el que quiere merecerse el cargo. Surge la duda de si la empresa para la que trabaja Rajoy es la misma; él como presidente de Interflora y la Cospe como directora general de bombas de racimo, pero en todo caso, dice que va a derogar la ley del aborto para volver a la anterior, la misma con la que Aznar gobernó y bajo la que se realizaron medio millón de interrupciones en esos 8 años. Valores ustedes el criterio impar del próximo presidente del Gobierno. A ver qué dice el Foro de la Familia y el Arzobispo de Madrid Alcalá al respecto. Y a ver qué decimos los demás si aceptamos la hipocresía del teórico punto intermedio. En relación a los homosexuales y la ley que les permite casarse dice no tener cerrada posición ¿cuánto tiempo necesita este hombre para construirse una opinión al respecto? Dice El País que prefiere ser ambiguo y no sé si es un chiste o qué, porque con la vara que han dado era para que la postura fuera clarísima. Pero, ¿qué más da? ¿a alguien le importa que no exista programa más allá de los desiderata de siempre? ¿acaso los votantes de los demás partidos se leen el programa antes de votar? Debemos aceptar que lo intelectual está en decadencia y fíjense que califico de ello al mero hecho de leer algo u oír con cierta atención, lo de pensar, analizar y sacar conclusiones es de tercer ciclo y no está el horno para bollonias si me permiten el neologismo.

Miren este vídeo antes de que lo sacrifiquen. Es la campaña de un tal Alejandro del Partido Popular que se presenta en Tarragona. A Sony no le ha gustado que se use la música de Lady Gaga. No sé cómo anda el PP de ideólogos, pero de publicitarios debe estar jodido viendo este trabajo de final de COU.


Impresionante, ¡eh! Pero, ¿hay alguien que haya acabado la carrera en este país? Miren el caso del portavoz parlamentario de los socialistas en la Comunidad Valenciana. Está encausado por mostrar en el Parlamento un informe de la Brigada de Blanqueo de capitales en donde se indica que la trama de Gürtel trincó tres millones de euros de la visita del Papa en un contrato con Canal 9. Pues es el portavoz Luna el primero en sentarse en el banquillo por revelación de secretos, mientras los demás aún se pasean por los esos senderos torcidos de dios. Fuerte, ¿no? es como el voyeur que pide que no le miren.

Pero que le vamos a hacer en un país en el que un tal Sostres -le recordarán porque hablaba en los prolegómenos de un programa de televisión de vaginas frescas sin olor a ácido úrico delante un colegio que asistía a la audición y que acaba de excusar un asesinato- llama desde El Mundo quinqui barriobajero a Montilla y califica de fracasado a Obama con respecto al exitoso Blair, pero déjenme que les lea una cita literal del pájaro:
“El problema del PSOE es que todavía no ha interiorizado el valor sagrado de la propiedad privada, ni que los derechos del trabajador los paga el empresario. El problema de los socialistas españoles es que, por un viejo resentimiento antifranquista son tan profundamente anticlericales que hacen cualquier cosa por destruir la familia y tratan en vano de inventarse modelos alternativos de convivencia.”
Ya lo saben, lo sagrado es lo que adquieres o heredas, no olviden que somos lo que compramos, y, sin duda, la regulación contra la explotación, la seguridad en el trabajo o la libertad sindical son cargas que soporta el empresario. Quizá alguien debiera informar a este patán que esos costes se detraen de lo producido por los trabajadores, que se pagan su propio sueldo y proporcionan la generación de los beneficios empresariales. No es tan complicado el concepto de plusvalía. Si considerar al empresario como un explotador per se es un tic decimonónico, considerar los derechos laborales como gastos superfluos es absolutamente estúpido. El empresario es tremendamente necesario, la aportación de capital y el riesgo inherente, la iniciativa y la visión, el esfuerzo y el conocimiento o la responsabilidad contraída son meritorios, pero basta con considerar un modelo cooperativista para ver que no es imprescindible, pero el trabajador sí lo es, ya sea cuando se confunde con el empresario en la misma persona configurando al autónomo, ya sea cuando forma parte de una plantilla de miles de empleados en los que aporta alguna porción en los resultados finales que es la resta de todo lo que hemos sabido hacer o producir, menos todo lo que nos ha costado hacer o producir eso. Es una ecuación sencilla por mucho que en la práctica se complique. Seguramente el empresario ganaría más si se ahorrara los cascos y los arneses en la obra, pero esos costes están ya incluidos en el escandallo de rentabilidad junto a los impuestos o los seguros como no puede ser de otra forma. Igualmente, si un empresario alienta un negocio es porque espera obtener algo que le compensa de lo arriesgado. Esos beneficios también están en ese escandallo y no deben escandalizarse por ello los trabajadores. Pero si para competir mejor, mantener empresas y plantillas es necesario la contención salarial -durante lustros como dice nuestro ministro de Trabajo-, será menester también que se contengan los rendimientos empresariales esperados. Parece de justicia hacerlo así.


El quid de la cuestión está en que durante años esos cálculos se han hecho con un horizonte temporal cortoplacista. Los rendimientos tenían que ser enormes y acaecer de forma inmediata. Es verdad que también se dispararon algunos salarios a costa de la precarización de varios miles, mientras nadie se preocupaba de los demás gastos corrientes. Sabemos qué sucedió con esos “altos” salarios de los trabajadores: se lo gastaron e incluso pidieron más para seguir comprando, es lo que tiene la clase trabajadora. Por ahí deben andar, en los balances de las miles de empresas de consumo, las que te venden coches, segundas residencias o pantallas de plasma. Quizá los coches adquiridos deberían debieran haber sido de una gama inferior, quizá ese apartamento en la playa no se tendría que haber comprado, pero esa fiebre de años contribuyó al crecimiento de esas empresas y a una enorme generación de beneficios. ¿Dónde están esos euros? Sobre esto ya existen más dudas, la crisis trajo la disminución de los mismos, pero en modo alguno la desaparición de lo obtenido. Hablo de las grandes empresas no de los autónomos que no dejan de pagarse un sueldo más o menos decente. ¿Dónde están esos rendimientos fabulosos obtenidos durante más o menos una década igualmente prodigiosa? Esos excedentes enormes sobre unos beneficios razonables ¿han ido todos a formación de la plantilla? ¿quizá a investigación y desarrollo o a innovación? ¿se constituyó un fondo de contingencia por si acaso?

No sé si las multinacionales los repatriaron, si se los repartieron en el consejo, si forman parte de esa enorme bolsa de dinero negro o qué diablos pasó, ni siquiera sé si sueno a resentido antifranquista o a anticlerical destructor de la familia, pero estoy absolutamente convencido de que hay que buscar un nuevo modelo de convivencia, porque en esta familia en la que los padres se comen los langostinos y dejan a los hijos lamer las cabezas chupadas no creo que se pueda volver a confiar.