sábado, 3 de julio de 2010

Vuvuzelas hispanas

En estos tiempos de acusación de falta de valores siempre nos parece necesario definirnos. Bien es verdad que, como el infierno, los que carecen de valores siempre son los demás. Uno mismo, no sólo los tiene, sino que además tiene los buenos, los fetenes. Por esa razón, uno puede caer en la tentación de describirse para que los demás no crean que navega sin rumbo. Por ejemplo, el ganador de la carrera de tacones por la calle Pelayo de Madrid en estas fiestas del Orgullo Gay, es ingeniero de caminos, de 35 años y heterosexual. Vamos casi tan partidazo como el Alemania Argentina. Miguel Sarmentero, que así se llama el afortunado ganador, confiesa que es la cuarta vez que corre. ¿De qué huye? A partir de ahora de la fama. Pero como en algunas familias rusas, también hay desgracias y perdió un tacón en la hazaña. Ingeniero de caminos, de 35 años y heterosexual. Detalles críticos para el lector, para cualquiera. Imagínense que hubiera dicho donante de sangre, cetrero y huérfano. Sin duda, detalles que nos acercan al personaje y nos hacen apreciar más su gloria. Pero creo, quizá sea por las pastillas, que eso de ingeniero de caminos y hetero se cuenta porque aleja la competición de cualquier pluma posible. Es sabido que los arquitectos están algo más cerca de ella, pero este es ingeniero. Si hubieran dicho bailarín y homosexual, la certeza estaría sobrevenida y eso es como contar que un perro mordió a un hombre o que Rajoy está en contra. Viene de suyo. En otras palabras, se puede ganar un concurso de carrera de tacones siendo supermacho. Es más, lo importante no era el premio de 400 euros y otros 150 en ropa de cuero. Lo relevante era resaltar la masculinidad y aumentar la visibilidad de los ingenieros heteros. Y, claro, el prestigio.

Después de algo tan necesario como este concurso, el afán de Obama por regularizar a 11 millones de sin papeles queda oculto para nuestra limitada capacidad de absorción. En estas fechas que nosotros fichamos jugadores de futbol y el mundo nos ficha jueces, sería bueno que Obama hiciera un hueco al juez Celemín que bien podría currarse once millones de cuestionarios de americanidad para ver si esos desarrapados merecen o no las barras y las estrellas. Ya saben que Celemín es el que pregunta por las dinastías monárquicas o por Gasol y la tortilla de patatas a los inmigrante que aspiran a obtener la nacionalidad. Para que no le den gato hidráulico por labio leporino. Además en Estados Unidos, con mucha menos historia, estaría chupado pasar ese nuevo examen. De hecho, incluso para nosotros, sería más fácil aprobar el americano que el español. No vas a comparar el Río Grande con el Francolí.

Además con nuestra tradición tramposa ya llevamos algo ganado, y si no fíjense en el espionaje al que ha estado sometido parte del gobierno vasco, parece ser que por un antiguo miembro de la administración nacionalista del PNV que sigue contactando ilícitamente con los ordenadores que en su momento manejó. Gudaris con gabardina. Eso es adherencia al puesto de trabajo.

En cambio los trabajadores de Metro de Madrid han preferido que ningún madrileño ocupara su silla. Ya lo dijo su portavoz: vamos a reventar Madrid. Luego se arrepintió y pidió excusas, pero se vio a sí mismo tan rotundo, tan ingeniero de caminos y tan heterosexual, que la volvió a repetir: vamos a reventar Madrid. Quizá estemos a punto de otro arrepentimiento. Como la masturbación y la confesión culpable, un ciclo con el que no hay manera.


Pero debería haberla. No es tolerable que algunos decidan a la fuerza el comportamiento de otros, esa enorme violencia de unos sobre la libertad de los demás. Es discutible la rebaja que les han hecho y cuando digo discutible no es que dé la razón a los trabajadores, que gran parte de ella tienen, pero también hay bastantes razones para que acepten esa rebaja. Por ejemplo que no son en absoluto los únicos tanto en el ámbito privado como público por no hablar de aquellos para los que la rebaja ha sido del 100% y están en el paro. Pero más allá de las razones que les asistan, existen unos derechos tan homologables al de huelga como pueden ser el del libre tránsito y el derecho al trabajo.

El otro día un maquinista del metro se lamentaba con un no hay derecho de que le quitaran el 5% de su sueldo de 38000 euros. Se hizo maquinista en el servicio militar. Caro y prestigioso master, casi una carrera de tacones. Que le pregunten a muchos licenciados profesores de secundaria qué les parece la formación, la responsabilidad, o el sueldo en una comparación express.

Ahora se vuelve a hablar de la ley de huelga, esa que es anterior a la Constitución y que no ha terminado de desarrollarse por esas cosas que tienen los gobiernos. Ahora dice Teresa que no toca. Quizá. Hace tres años tampoco, ni hace siete u once o veinte. Con la cantidad de pijadas que meten en el BOE y el derecho de huelga sin regular. Pero por otro lado tener la mejor regulación no arreglaría nada en este país tan maleducado en el que vivimos, en el que la víctima suele ser más sospechosa que el victimario, en dónde nunca pasa nada o pasa poco y tarde. Peor todavía que en Argentina en donde Videla fue condenado e indultado a los cinco años por el patillas Medem y, afortunadamente, ahora vuelve a sentarse en el banquillo. En España se les deja cultivar camelias o pintar y recibir homenajes.

Los del metro ya amenazan que si hay expedientes volverán a las andadas. Y muchos echan la culpa a Aguirre. Sabiéndome no sospechoso, creo que lady Hope pudo gestionar mejor el paro salvaje, pero es un aspecto secundario. Quienes impidieron el libre ejercicio de la movilidad fueron los piquetes y la rotura de los servicios mínimos por parte de la plantilla y sus representantes. Esos y no otros fueron los responsables. Ahora que carguen con las consecuencias.

No es cuestión de venganza, es que si no hay punición ante la ilegalidad de los actos, a todos se nos ocurren muchas cosas. Demasiadas. El otro día el antiguo líder de Comisiones, ahora diputado del PSOE, se saltó la disciplina de voto. Recibirá una sanción cercana a los 300 euros. Me parece honesto por ambas partes. Pero es evidente que no puede salir gratis. Algo parecido le pasó a una diputada del PP con el aborto. La disciplina y la conciencia no siempre ligan.

Es el precio que tendrán que pagar los que decidieron que millares de madrileños pagaran por un taxi 15, 20 o 30 veces el coste habitual en metro, o los que se tuvieron que levantar una o dos horas antes para no dar excusas a su empleador o los que llegaron tarde y tengan que hacer esas horas en otro momento. A esos que nos impusieron sus razones, hay que decirles que si reclamar justicia es lo que hicieron, lo justo es que ese chaparrón de derechos, de igualdad y moralidad nos empape a todos.

Termino. No quiero sacar el asunto del Estatuto de Cataluña. Ya saldrá la sentencia y hablaremos. Pero no sé yo si esa postura de Zapatero de arreglar unos detallitos, de reforzar las cojeras del Estatuto con un corcho de botella, es lo más razonable después de un fallo que ha costado cuatro años. Huele a trilero al final de la jornada que pone el tenderete a la salida de un cotolengo.

Termino dos. Una proclama marxista. Esposas del mundo uníos y colocad a vuestros maridos por la pacificación de las cajas. En la Caja de Castilla La Mancha la pepera Cospedal lo hizo y Moltó, su expresidente sociata, lo aceptó. Estos sí que son maquinistas. Maquinistas de La General. De la general desvergüenza.