sábado, 16 de mayo de 2009

Debate de béisbol

De qué otra cosa se puede hablar en esta semana, que no sea del debate del estado de la nación, también conocido como qué hacemos con la crisis. Bien mirado, lo podríamos haber escrito la semana anterior, porque antes de que salieran los toros ya todo el mundo sabía que iban a dejar a Zapatero haciendo el estatuario en los medios, lanceado por el conjunto de monosabios con turno de palabra.

Y es bastante triste que se sepa que nuestros próceres no van a apoyar al presidente del Gobierno antes de que diga algo. Aunque hubiera prometido la independencia de Euzkadi para el verano, Erkoreka le hubiera echado los perros por la faena del deshaucio de la Lehendakaritza. Y así todos. Nadie se siente responsable de la crisis y la mejor forma de evidenciarlo es arremeter contra el Gobierno central. La crisis de financiación de los ayuntamientos, que se han basado de forma absoluta en la recalificación del terreno, los modelos fiscales de las Comunidades Autónomas que han reproducido patrones especuladores y no viables, ni munícipes ni consejeros tienen nada que ver, ni nada que decir en el asunto. La CEOE acusa y los sindicatos cruzan los dedos. Nadie quiere que le vean tomar un café con el gobierno mientras siga siendo el pim pam pum de la crisis.



Pero el cervatillo Zapatero se saca un montón de medidas, algunas sin mesura, y arma el lío. El gran opositor pierde los papeles y llama iletrados a los diputados, escupe fuego y le parece demasiado prolijo explicar lo que él haría, así que se calla y renueva su derrota ante las miradas furtivas de Aznar que solo reconoce su orteguiano inmenso error. Pobre Rajoy. En cuanto le cambian el temario suspende. Pero ¿y su equipo? ¿dónde estaba para armar la réplica a esas medidas si son tan desastrosas? No basta con decir que dejar de desgravar la vivienda es una canallada, que ataca a la línea de flotación de la clase media. Habrá que explicar cómo se deja de trasladar a los promotores las deducciones que el PP quiere incluso subir –algo que Zapatero tendrá también que explicar para las deducciones de los alquileres-. Y así con cada una de las numerosas propuestas que el presidente lanzó a la arena. Lástima que sólo hablara de la crisis económica y dejara para mejor ocasión todo lo demás.

Y Rosa Díez es una Rosa Díez es una Rosa Díez y erre que erre que erre con la fragmentación del Estado y la discriminación lingüística, quiere que convoque un pacto, un gobierno de concentración, a ver si pilla algo siguiendo la doctrina Warhol.Y todo eso para que ahora se cambien cromos los diferentes grupos y los gabinetes de encuestas nos expliquen por qué Rajoy volvió a perder. El Mundo llama empate a quedar por debajo y uno se sorprende al ver que dos tercios de los respondientes no vieron el debate. Qué pérdida de tiempo, y qué ahorro para el contribuyente supondría hacer lo mismo con animaciones digitales.

Y de nuevo vuelven las cifras atroces y las amenazas de debacle, pero la gente sale a la calle a celebrar la pitada al Rey por jugar la Copa o por cantar la letra del himno, no sé, que RTVE nos lo explicó con una parábola de silencio y yo estoy un poco cerril y casi nada bíblico. Esto de los ERES sin razón de ser, sí que sería un buen motivo para armarla, para salir a la calle, buscando palacios de invierno y bastillas que asaltar.


Pero los comuneros habitan en el barrio de Salamanca, en Pedralbes y en Las Arenas y tienen catorce pagas y una plasma de más pulgadas que su solidaridad. Los equipos de fútbol se llevan en el corazón, pero las ideologías se llevan en la cartera y en eso también ha ganado la derecha. Y lo hará en las europeas, a pesar de su demostrado escepticismo, porque un repetitivo Zapatero es lo peor bastará como engrudo y ensalmo, como lema identitario, mientras la izquierda querrá demostrarle que es un socialdemócrata de mierda, un posibilista y que ellos no se venden. Ya lo anunció Lenin y lo llamó infantilismo.

Al menos por fin se dejará de falsear la Ley del Aborto con el tercer supuesto y la semana que viene se citará a Camps y a Costa como imputados. En cuanto se denuncien los acuerdos con la Iglesia, casi seguro que vuelvo a votar a Zapatero. Aunque sea con rencor hacia mi mismo.

domingo, 10 de mayo de 2009

La memoria perdida

Si nos preguntaran a cada uno de nosotros daríamos, casi con seguridad, la misma respuesta: es una mierda. En parte porque es un automatismo cultural, en parte porque es cierto y, sobre todo, porque somos superficiales y no nos paramos a pensar, quedándonos en la metonimia del primer impulso. Dirán que esto de la respuesta está muy bien, pero ¿cuál es la pregunta? De nuevo el grito quejoso de la revolución del desengaño: ahora que sabemos las respuestas, nos cambian las preguntas.

La cuestión es sencilla: ¿qué piensa usted de la televisión? ¡A qué he acertado! Pero en la televisión está todo lo que podemos pedir culturalmente salvo el silencio íntimo de la lectura de un libro. La televisión es música, es cine, es información, es teatro, es Internet y sus recovecos de circunvoluciones. La televisión es inmediatez, es realismo y engaño, dirección y propaganda. Es la herramienta más poderosa de atracción de almas y de inoculación de ideas.

La actual tecnología permite que sea de ida y vuelta, el espectador se hace agente y el actor deviene receptor en un parpadeo hertziano imperceptible. Es compañera de viajes, guata de soledades, run-run de coitos y mordaza de miserias. Es el vehículo por excelencia y destino en sí misma. Es la afrenta y la recompensa.

Y con los videos, los discos duros, tratamos de congelar el presente, la vida que pasa por nuestros ojos, guardándola en mazmorras digitales para liberarla, tras el commute diario a Ítaca, como una hidra de cientos de canales.

En uno de esos raptos de Sabinas, el pelma recluyó hace un par de semana una pieza que ayer liberamos entre toses y moqueos de un resfriado común. No es que no sea porcino, por común quiero decir que lo compartimos.


Es un documental de ochenta minutos que dirige Albert Solé sobre la enfermedad de su padre Jordi Solé Tura. La metáfora de un exiliado con una vida muy complicada que tras su vuelta y una enorme actividad política como ustedes recordarán, se adentra en el exilio interior, la despersonalización máxima, la pérdida de identidad, el Alzheimer. El hijo lo vive como un catarsis y tu ves las imágenes con el pavor de la proximidad.

Tras el documental Bucarest. La memoria perdida hay un entretenido coloquio con Albert Solé, dirigido sin intrusión por Mara Torres, al que se incorporan las hijas de Claudín y Carlos París y el hijo de Vázquez Montalbán.

No voy a glosar lo que se puede ver fácilmente. La perspectiva de un hijo que en su madurez retrata la vida compleja de un padre que trasmitió el estatus de clandestinidad y de vidas paralelas. Un chaval que descubrió de adulto donde había nacido y que creció entre la dialéctica teórica y la praxis carcelaria.

Habla de cosas que conocemos bien y las diferentes generaciones se mezclan más tarde en el coloquio, aportando matices y vivencias que algunos de ustedes podrán hacer suyas aunque sea con los diferentes grados del compromiso y de la implicación. Ya saben, en un plato de huevos con bacon la gallina está implicada, pero el cerdo está comprometido. Así es la vida. Que lo saboreen.