sábado, 2 de abril de 2011

Cambio de sillín

El otro día Esperanza Aguirre nos enseñaba su documentación montada en bicicleta. Iba con falda. Y no es la primera vez que sucede, tiende a ello con facilidad, en cuanto nos descuidamos ella se descuida y se sube a una bicicleta a mostrar muslamen. Ya lo decían nuestras madres para referirse a algunas chicas: esa es muy liberal, cualidad únicamente aplicable a ellas, a nosotros se nos suponía, si no liberales por supuesto salidos. En este caso, el de la presidenta de la Comunidad de Madrid, coincide con la propia imagen que Esperanza quiere que tengamos de ella, y por eso dice de sí misma soy liberal.


Pero no vean crítica en ello. A mí me gusta. Yo prefiero tener una presidenta que me explica sus pormenores más íntimos a un presidente como Camps que tiene cosas muy bonitas con amiguitos del alma, que no sé si queda muy homófobo pero es cursi de la muerte y que me perdonen las personal shoppers por la expresión. Tampoco crean que meto a estas últimas por la extendida creencia de que son unas pijas, no, las saco a colación porque una personal shopper como dios manda nunca hubiera recomendado al presidente de la Comunidad Valenciana que dejara de pagar las cosas que compra o que aceptara regalos por la patilla y mucho menos que se hiciera un chalequito blanco. Estén atentos a sus recomendaciones.



De todas formas nuestra presidenta Aguirre nos muestra el recto camino por sinuoso que lo intuyéramos mientras la Audiencia reabre –no sé si debería utilizar este sicalíptico verbo- el asunto del espionaje a sus compañeros de partido. Yo creo que quiere compensar. Ante unos subordinados con gabardina cerrada yo me abro la falda y en paz. Al fin y al Cobo, perdón, al fin y al cabo para qué están hechas las gabardinas si no es para abrirse inopinadamente cuando conviene.
Parece ser que “de lo actuado aparecen indicios suficientes de la comisión del delito de malversación de caudales públicos por el que se sigue la causa”. Veremos en qué acaba, porque encima nos cuesta la pasta que se espíen entre ellos.

Aunque esto de subvencionarse no es exclusiva del PP por más que Bárcenas se haya puesto chulo en la versión madrileña de Gürtel y pide que se investigue a otros luises o Fabra haya sido incapaz de justificar más del 90% de sus ingresos. En Manilva se ha contratado a toda la lista municipal de Izquierda Unida y a sus familiares directos. Es lo que se llama autoempleo. Como propinilla la alcaldesa le ha pagado al marido unos 70.000 euros con unas facturas. Mientras se siguen sumando empleados fantasmas a los eres andaluces que tanto bien le harán al granero de votos socialistas con lo repleto que está.

Eso sí que necesita una misa de desagravio y no que unas gamberras enseñen las tetas en las capillas de la Complutense. Porque el esperpento es de aúpa: unos tipos a todas luces sin mucho que hacer se van a montar el número a la capilla de la facultad de Políticas reclamando menos rosarios y más bolas chinas y ante lo que el arzobispado llama profanación, los beatos se ponen de rodillas y los ultras de manos Limpias denuncian a diestro y siniestro. Mientras tanto, cuando el dinosaurio despertó Libia, Fukushima, aún continuaban ahí.



Y es que no se puede dejar de ser lo que se es. Al menos eso piensa la Iglesia española que impide que los apóstatas se borren y el Constitucional le ha dado la razón ante la reclamación de la Agencia de Protección de Datos que pedía que se cancelara el apunte de los ciudadanos que ya no desean aparecer como miembros de la religión católica. Haberlo pensado antes parece ser la consigna de tan alto tribunal. Como el Supremo con Sortu, que piensa que quien tuvo retuvo y que interpretan tan diferentemente la misma ley en su propio seno e impiden que se presenten con el voto favorable de nueve miembros y el voto contrario de siete de ellos que entienden que debería legalizarse. Si la unanimidad siempre es sospechosa, tal discrepancia debería hacernos pensar. Eso de la suspicacia como doctrina tiene su aquel.

Por el contrario no ya la sospecha, sino la absoluta certeza de que algunos empresarios mantienen empleos sumergidos, no obsta para que se les dé la oportunidad de regularización voluntaria, con exención de multa y aplazamiento de la deuda. Si yo fuera un empresario en lugar de un desgraciado y hubiera cumplido con mis deberes en situación tan penosa como la vivida actualmente, pediría un crédito por la suma de mis aportaciones a tipo cero y una recompensa por haber pagado en su momento del mismo importe de la multa que ahora quieren dejar sin ejecución. Más que nada para que no ganen siempre los malos.

Quisiera la opinión de Rajoy sobre esto. Bueno sobre esto o sobre alguna cosa de cierta enjundia, porque eso de ganar las elecciones con un programa que parece el protocolo de etiqueta de la procesión del silencio ya resulta bastante chocante. Aunque estoy de acuerdo con él que hay que hacer lo que hay que hacer. Y desde luego también con lo contrario. Por algo es también registrador de la impropiedad. Le habrán visto encaramado a una banqueta de bar, tipo canario flauta, pidiendo que se sustituya la asignatura de Educación para la Ciudadanía por una que fomente la actividad emprendedora. Qué coño tendrá que ver el enseñar civismo, derechos y obligaciones, la Constitución o la heterodoxia de todo tipo que nos rodea, con estimular las vocaciones empresariales y que no todo horizonte posible sea el apesebramiento de la función pública. Por cierto, él mismo, su Secretaria General y su Portavoz parlamentaria no tienen precisamente esa actitud que reclama y buscaron la seguridad de una oposición para ganarse el sustento. Paradojas.

Sería fantástico que el Estado se afanara en apoyar que surjan empresarios de debajo de las piedras, facilitando los trámites, ayudando en los inicios, flexibilizando lo que fuera menester, incluso que hubiera una asignatura como propone, a pesar de ya existe y se da en 4º de ESO, que explique la maravilla de ser empresario independiente, del papel que ostenta ante la sociedad, de la responsabilidad corporativa, medioambiental, ética que tiene la empresa, de lo que significa crear empleo, innovar y desarrollar nuevos productos y servicios para cubrir nuevas necesidades. Mariano, bonito, si lo tienes sencillo, cárgate la hora de religión y tráete a la patronal entera a dar clases. Aunque bien pensado la Iglesia sabe tanto o más de negocios que la CEOE. Este punto lo dejo en suspenso hasta que lo discuta con el presidente del Partido Popular.

Me largo. Dicen que hoy mismo Zapatero va a anunciar algo grande. Y me parece que lo único grande puede ser el anuncio, porque si se va, conllevará problemas y si se queda también. Parece que se adelanta la semana santa, un poco de muerte y un poco de resurrección. Mientras tanto voy a echar otro vistazo al sillín de Esperanza. Ya saben, es lo último que nos pierde.