sábado, 18 de julio de 2009

Contribuciones seminales

Si suelen ir a la peluquería, estarán al tanto que uno de los misterios de Fátima, la paternidad del niño Borja Thyssen, se descubrió hace algún tiempo, más que nada se confirmó porque ya se sabía. He de decir que a pesar de los plis que me hago ignoro quién es el tal Manolo Segura. Genes muy buenos no soltó en la coyunda visto el aspecto del niño Borja, pero eso es harina de otro costal (lo de Ricardal vendrá después)

El caso es que la madre Tita, o la tía Mamá, lo confirmó y nosotros, a pesar del currículo promiscuo de Chita Cervera, lo damos por bueno. Lo normal. Pero cuando el niño Borja llega a la edad reproductiva y se lo monta con una tal Blanca Cuesta, mollar donde las haya, y el bichito prende, la madre se pone en plan CSI y no para de pedir pruebas de ADN. Como ustedes son pobres de solemnidad, ignoran que cuando hay alguna cosilla que dejar, es importante saber que existen lazos de sangre y la señora Cervera quería confirmarlo. Digamos que hasta ahí, medio normal. Pero mamá Cervera se quiere hacer con un poquito más de descendencia para que a Blanca la cuesta sea de enero, y se encarga unas gemelitas en los States. Las niñas nacieron mediante una gestación subrogada, algo así como un embarazo subprime que permiten los americanos para expandirse por el mundo. Pero el asunto surge cuando parece ser que el esperma utilizado con las hermanastras estuvo donado por el mismo niño Borja. Cada vez menos normal.

Como mi pelo es de buena calidad y voy frecuentemente, no me pude quedar en la pelu a averiguar si los óvulos eran también de Tita, lo que significaría que esta familia, a pesar de ignorar quién es Sófocles, plagian la tragedia griega a lo bestia y en carne viva.

Pero viendo la cara del niño Borja ¿quién en su sano juicio le pide que sea donante? Suena a versión española de El Cazador y la ruleta rusa. Semen de niño Borja, de Paquirrín, un poco de Moragas y a girar el tambor de la probeta cargada por el diablo. Espeluznante.

En este punto mi peluquero, muy amablemente, me invita a irme y a soltar las revistas de una vez; solo me queda suponer los cruces de intereses, legítimas y proindivisos que hacen que una madre pida prestado semen del hijo.

Claro que pensándolo bien a lo mejor es que Tita Cervera tiene una regla sobrevenida y eso lo explica todo. Un psiquiatra convocado por el PP para un asunto de drogas ha explicado que “… cuando la mujer tiene el periodo, se produce una desregulación anómala en la que la mujer se pone serotoninérgica y en esos momentos se producen trastornos gravísimos de la terquedad y de la inoportunidad.” Menudo follón se ha organizado por explicar esto vinculado a que “la violencia del macho es terrible porque es violencia de agresividad y es física, pero la violencia de la mujer es relacional, es de relación con el otro.” Este PP suele tener unos asesores científicos de opereta. Recordarán al experto que curaba la homosexualidad o al primo climático de Rajoy. ¿Para cuando el profesor Bacterio?

Pero para no seguir con el PP, permítanme que les cuente un detallito del PNV. Víctor Bravo fue 13 años director de Hacienda de la Diputación de Guipuzcoa y luego senador del PNV y concedió a una empresa catalana un estatus fiscal que no correspondía, perjudicando a la Hacienda estatal. Curiosamente se había hecho accionista unos meses antes junto con otro alto cargo de la Diputación guipuchi. Glass Costa Este Salou, SL, la empresa con evidente nombre vasco, se radicó fiscalmente en la vivienda de Bravo y su mujer, que a la sazón era presidenta del Tribunal Económico Administrativo, el órgano que aclara los líos entre ciudadanos y la Hacienda foral. Imagínensela con regla. Bueno, pues el tal Bravo tiene un hermano responsable de la delegación de Hacienda en Irún, que durante años dejó de ingresar las deudas fiscales de los contribuyentes por un monto de 8 millones de euros. ¡Bravo por la familia!

Por lo visto todo el mundo sabía de los conductos para resolver los problemas tributarios, pero callaban o miraban a otro sitio. Todo ello tiene detrás, dejando a un lado el inmenso morro de los hermanos Bravo, la llamada doctrina del patriotismo fiscal, que los eternos mandatos del PNV han asentado desde los ’80, dando lugar a figuras tributarias especiales que permitían paraísos fiscales en el interior, bajo la excusa de que el terrorismo desincentivaba la inversión extranjera.

Puede parecer que uno empieza a fer país por extraños vericuetos, a costa de los demás españoles, digámoslo claro, y termina construyendo su propio nido o el de sus amigos. Esa parece que es la trampa coartada que sostiene Bárcenas, que en un momento permitió trampas para financiar al partido, para hacer la vista gorda en la boda de Anita Aznar y los gastos suntuarios que conllevó, y con la excusa falsa de hacer un país mejor, se compró un chalé en Baqueira, otro en Marbella y decidió vivir en el barrio de Salamanca de Madrid y escalar por medio mundo. Ahora amenaza con nueve cajas de documentos y Rajoy calla. Calla por Bárcenas y calla por Camps y Costa, mientras Pedro José Ramírez se permite dar por cierto el favor de Chaves a su hija y lo compara al encausado Camps. Uno en el banquillo y el otro con querella retirada del PP son la misma cosa para el director de El Mundo. Y no se detiene aquí, para disfraces Ramírez son asuntos que deben quedar limitados a la esfera personal. Y no es sólo cuestión de mencionar el tutú en casa del ahorcado, es que no puede ser igual que a la becaria la pillen bebiendo en el porrón de Clinton, que a un presidente autonómico le listen trajes y zapatos que no paga. A todos, incluso a Hillary le debió resultar irrelevante si las felaciones fueron tres o trescientas, si hubo coito o lucha grecorromana, porque la clave era el adulterio y, por esas cosas de los americanos, la mentira posterior sobre una conducta no delictiva, todo quedó ahí, en me comí al águila imperial para mi solaz pudo decir la Lewinsky y otra becaria al coleto pudo decir Clinton; fin de la transacción.

Pero lo de Camps no es igual, que la lista se haya cerrado en no sé cuantos trajes y zapatos no significa que no hubiera habido más de otras tiendas, de otros amigos, de otros sinvergüenzas; ya lo dice Rajoy nadie se pringa por cuatro o cinco mil euros, así que, o lo normal es que los amigos te regalen trajes y zapatos como amantes agradecidos -¡amigo, gracias, que buen trabajo me has hecho!- o es que esos trajes eran la especie con la que se pagaban determinados favores, y para ello basta con revisar la facturación de la empresa de El Bigotes, su evolución y sus clientes, basta con ver los presupuestos aprobados sin superar la línea de decencia de los 12.000 euros, esa línea con más obligaciones formales pero igualmente franqueable, como cualquier comensal de mesa de adjudicación sabe.

Así que no puede tolerarse que salga Cospedal, tan terca y tan inoportuna como si la metrorragia manchega fuera eterna, sonriendo con que la pena de Camps como mucho sería de un par de miles de euros -que ya me parece bastante cuando cazar con la licencia caducada les parecía de paredón- es que debería espolearse a la policía judicial, a los fiscales, a implicar a interventores que toleraron el despiece presupuestario, a investigar a secretarias, a jefes de departamento, a todo quisque funcionarial a que expliquen los procedimientos de adjudicación, la urgencia del no concurso, la bondad sublime de las ofertas más caras, porque esto de Camps no es un simple asunto de un curita que se queda con los recortes de las hostias en la sacristía, es una práctica habitual entre los altos cargos que van por la vida, durante los años de mandato, por la patilla. No es que aparquen en la puerta, que tengan palco, que el gratis total sea la norma, es que encima crean que lo merecen y después de años de esa extraña asunción, creen que se lo debemos. En algún momento hay que decirles que no estamos en deuda con ellos.

Es el auténtico suplicatorio de los ciudadanos a los jueces. Por favor, ¡háganselo saber!