jueves, 31 de diciembre de 2009

El abismo del tiempo

Hace unos días, en Madrid, encontraron una cápsula del tiempo, ya saben, una urna que contiene elementos de determinada época que se deja a modo de botella de náufrago por si alguien la encuentra en unas futuras playas redentoras.

Es un ejercicio de presunción presente y orgullo adolescente de aquí estuvo Mari Pili y Damián, por mucho que nos pongamos trascendentes y metamos un libro, un periódico, unas monedas o determinada música. Al final es dejar ese toque fétido de los perfumes que añada persistencia a nuestra existencia cuando se acaba la insistencia biológica.

Y apetece pensar en una música que te represente, que diga cosas de tu época, de aquella en la que la muerte no existía, o un libro que te aburriste de regalar o una fotocopia de tu primer salario o el pañuelo con las primeras lágrimas provocadas o lloradas. Apetece porque es egotista y creemos que nos trasciende, como hijos dóciles que aceptan la mera prolongación y acuerdan jugar la prórroga del partido que empataron, o empantanaron, sus padres.

Pero claro, yo no puedo hacer eso. Viene el pelma y me mata por hortera predecible. Puedo hacerlo a escondidas, pero terminaría descubriéndome, así que desde ahora mismo rechazo la idea de apuntar discos, libros, poemas o ínclitos momentazos de nuestras vidas.

De todas formas he pensado que antes de desearles a todos un 2010 decente, bien podría inventarme una ampolla temporal de contenido desusado, un supositorio cronológico de miserias e ilusiones.

Lo primero es buscar un sitio donde enterrar el artilugio. Se me amontona el trabajo, con tanta zanja de Gallardón, se me ocurren mil lugares. Lo dejaremos para el final.

Tal y como están las inmobiliarias utilizaremos una caja de mudanzas, que de nuevo el contenedor sea parte del mensaje, para llenarla de las cosas que etiqueten esta época.

…/…

Cuando tenía un montón de ellas, ha venido el pelma y me las ha tachado ¿Qué para que quiero una muestra de semen de Aznar o los calcetines ensangrentados de Esperanza Aguirre? No me ha dejado ni explicarme. Me ha desenchufado el ordenador y he perdido casi todo. Otro que piensa que Internet es un medio de incomunicación social.

Sus nietos se lo perderán, cuando el día de mañana no encuentren mi caja del tiempo y por ende no hallen la tarjeta de fichar sin usar de los funcionarios de Justicia, ni una maldita hora extra de controlador aéreo. Ellos se lo pierden.

Que se conformen con aventurar cómo será el futuro sin apoyarse en mis valiosos datos, y se condenen a repetir la historia. Que se fíen de Zapatero que nos confiesa que estamos al borde del atisbo. ¿Es así no?

Feliz 2010. Y que con un par les vaya mejor.

1 comentario:

Tesa dijo...

Sé feliz, no perdamos la esperanza ...es posible que nos dejen.

Un beso,
Teresa