viernes, 13 de noviembre de 2009

Costumbres veladas

Cuando no me disfrazo suelo llevar traje y corbata. Dicen que adelgaza. Pero cuando vas al Corte Inglés no dejan de pedirte cosas. En septiembre, a punto estuve de ser el empleado del mes, pero en la última venta descubrieron mi impostura. Yo sólo quería ayudar.

Es lo que tienen los uniformes, te identifican frente al resto. Y facilita la vida. Así, sigues un paraguas en lo alto que te lleva a la Piazza Navona o te saca del Petit Palais porque reconoces a tu guía turística, o abres la puerta de tu casa por la noche a un tipo vestido de rojo con casco y un enorme contenedor, porque asumes que lleva la cuatro quesos de tus amores.

Hace años, si por la mirilla aparecía un tipo con traje gris y gorra de plato con un montón de papeles en el regazo, no le abrías porque sabías que era una multa, pero estabas seguro de que era el cartero. Ahora aparece un tipo barrigudo con chándal y carrito de ama de casa y piensas que es él el que debería de ser multado.

La vestimenta dice mucho de nosotros, ya lo decía H. G. Wells de los zapatos. Así en un hospital el elemento distintivo es el fonendoscopio llevado a modo de pashmina corta, de chalina, que separa a auxiliares y celadores de enfermeros y médicos, porque el pijama verde se impone, como ahora se dice, transversalmente y no hay otra forma de distinguirlos.

Zoubida Barik Edidi, es la abogada musulmana que fue obligada a dejar los estrados de la Audiencia Nacional, por ir con un pañuelo que le tapaba el pelo. Ahora ha denunciado a Bermúdez al CGPJ. Uno puede pensar que es envidia del juez por no poder cubrirse él la inmensa calva, pero parece que la cosa es algo más complicada.

La decana del Colegio de Abogados ceutí se pregunta si una persona lleva pañuelo en su vida cotidiana ¿por qué va a tener que quitárselo para asistir a un juicio? Ahora que se ha abierto la veda de las prostitutas, puede ser un bonito espectáculo que aparezcan en la sala con sus miniuniformes o que un obrero de la construcción reclamante de una indemnización vista casco amarillo o un mariachi despedido aparezca con sombrero mejicano. ¿Para cuando las togas boatiné que valgan en casa y en los estrados?

Ahora está de moda la monja doctora y su video. A mi me parece muy bien encontrármela en una catedral con su ropaje talar mirando retablos de conspiración gripal, la peste de nuestros días, pero que no se le ocurra auscultarme en un hospital con ese traje y mucho menos con esa actitud. Me imagino que a los católicos tampoco les gustaría ver a través de la celosía a un tipo con piercings, rimmel y pantalones de espuma de leopardo confesándolos, aunque no pongan reparo a que les atienda para poner un giro en la estafeta de la esquina.

Así, que en la vida privada, que uno se vista de lagarterana puede ser una opción, pero cuando se concitan otros intereses y uno ostenta cierta representación y privilegio, el atuendo no es elegible ad libitum y menos cuando se quiere hacer ostentación: soy musulmana, casi na!

Francia tiene las cosas muy claras, en actos de representación neutralidad absoluta y prohibición, por tanto, de cualesquiera muestras de creencias religiosas.

Por cierto, ¿qué hacía ZP vistiendo la kipá judía? El gorrito no deja de significar que Dios está por encima de los hombres y es de uso obligatorio en lugares de culto, consumas o no consumas, entiendas o no entiedas. Una cosa es ser respetuoso y otra dejar que te impongan las creencias de los demás. A título personal, como si se quiere circuncidar en público, pero como representante de los españoles debiera tentarse más los hábitos. ¿Les diríamos a los ultraortodoxos que se quitaran esas patillas rizosas y trocaran esos abrigos negros por guayaberas floreadas? ¿Les obligamos a comer nuestra comida y que se dejen de tonterías kósher? En modo alguno ¿verdad? Ellos visten como en Jerusalén y les preparamos de mil amores un menú apto para celíacos del alma. Si nosotros cedemos como anfitriones, debemos exigir que no nos hagan disfrazarnos cuando estemos allí.

En compensación no pediremos tremenda fabada y nos hincharemos a vino y comeremos, como buenos invitados, lo que nos den.

Como debe ser.

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