viernes, 13 de marzo de 2009

Salir o no salir

Ayer me fui con el pelma al teatro. Me dejó ir en moto. Me gusta que hagamos plan machotón, de cervezas y pinchos, mirando tías y quejándonos del tráfico de Madrid y del calor que hacía. Ayer tocaba Matadero, un fantástico espacio reconvertido, con regular aprovechamiento y que tiene en las Naves del Español su buque insignia, con una programación digna de Nueva York o Londres. Dentro de nada Sam Mendes. Tan anglosajón está el asunto que representaban Hamlet, que por muy danés que se ponga, es un britón que lo flipas.

Es un Hamlet peculiar, vestido de niño malo, un Hamlet explícitamente equívoco, que juega con las duplicidades tanto que hasta el escenario es un espejo de agua muchas veces más real que la imagen misma. Y es que la puesta en escena es la bomba, como si Salomé estuviera de tramoyista corriendo y descorriendo velos en sus meandros metálicos por todo el espacio disponible, con sus luces infernales y blancas de puro blancas señalando cada momento de la obra.



La música es otro elemento fundamental hasta el punto, que rota definitivamente la cuarta pared, se establece en el foyer la continuación con música de cabaret Berlín cantada por un hijo postrock de Tom Waits llamado Asier Etxeandia que asume el papel del espectro y que lo hace endiabladamente bien, mientras la panda andrógina, sexualmente subversiva, sigue trabajando para descansarnos. Ofelia es la hija de la Rota y hermanísima de los Botto y está muy bien.

Y queda Blanca Portillo. Eternamente Blanca. A pesar de la devoción última de todo el mundo, no es una de mis favoritas por esa tendencia suya al doble amperaje, no me gusta en la serie de televisión remake de Damages, aunque la culpa es más de guión, pero en este Hamlet femenino, promiscuo, bifronte y bisexual, que rompe los dichosos géneros y sus usurpaciones, para ser lo que a uno le pida el cuerpo sin etiquetas; decía que en este provocativo Hamlet, la Portillo está soberbia. Son cuatro horas de función. Así y todo, es altamente recomendable.

Me tomé una cerveza y un pincho de tortilla excelente. Cuatro euros. A las doce de la noche junto al río Manzanares 17 grados. Y a casa con mi señorito. ¿Es o no es un buen plan?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues si Luis, ha sido un buen plan, y me alegro especialmente de leer tu crítica sobre la función por que la temgo pendiente precisamente por la excesiva duración, no se, me echaba un poco atras las cuatro horas, la Portillo no, que a mi personalmente me parece que se hya ido superando según pasa el tiempo, y si tenía la idea de que hacía una buena interpretación. Así, que vuelvo a ponerla en lista, ya te contaré.

Abrazos

Leandro María dijo...

Creo que te gustará. Asistí hace tiempo a 2066 que duró cinco horas y cuarto. Y el descanso te hará mover los pies. Y disfruta de las vacaciones.