sábado, 14 de marzo de 2009

Demagogia

Ya saben ustedes que el Audi 8 de Touriño costó casi medio millón de euros y a él, la presidencia de la Xunta, pero quizá no sepan que el Audi 6 de Gallardón nos costará a los madrileños casi seiscientos mil euros hasta el 2012 en régimen de alquiler. Camps tiene otro Audi 8 igual a los dos de Barberá e igual a su vez al de Fabra. ¿Es necesario un Audi 8 para desplazarse?

Debe ser que Touriño lo hizo fatal, porque si perdió las elecciones por el coche, que se prepare la oposición en Valencia y en Madrid que van a tocar pelo de inmediato.

Por lo visto Touriño se compraba también sillas carísimas, pero no dicen que Gallardón puso una lámpara Castiglione, cara entre las caras, en su despacho de 80 m2 para iluminar una mesa de tres metros y medio. ¿Es necesario un despacho con tamaño de VPO?

Feijóo prometió vender el Audi 8 como si ello supusiera la retirada de los soldados de Irak y la gente poco atenta, tan contenta. Aseguró hacerse con un coche fabricado en Vigo bajo el lema un Citroën es suficiente para el presidente de Galicia. Lástima que sólo lo hagan en Francia. ¿Es comparable un presidente autonómico al marido de Carla Bruni?

El recién electo Presidente de la Xunta disfruta de un coche que la marca francesa le lleva cediendo durante los últimos años ¿Algún periodista le ha preguntado, si ha pagado por esa remuneración en especie?

Bajo la seguridad se amparan muchos desmanes, es otra de las consecuencias de la amenaza del terrorismo. Por razones de seguridad se acondicionan residencias, se blindan coches o se eligen privadísimos lugares de veraneo. La respuesta de dejar sufrir un atentado por razones económicas es tramposa. Si los ministros están cubiertos, el siguiente nivel, los secretarios de Estado, ¿merecen sufrir ese riesgo? ¿descendemos a subsecretarios, a directores generales? ¿y el ordenanza?

Suarez ya acuñó hace muchos años la formula de normalidad política, quien bien pudiera exportarse al asunto que nos ocupa. Hacer que nuestros dirigentes promedien sus gastos con criterios de normalidad ciudadana. No es que un ministro lleve un Ibiza como los acosadores de los servidores civiles reclaman bajo el paraguas de la igualdad, es que lleve el coche que un individuo de su preparación, esfuerzo y relevancia llevaría. Y entonces las cosas empiezan a ser menos escandalosas. Quizá un Audi 4 o un Passat fueran coches suficientes, quizá con la excepción del presidente de Gobierno y el Rey. Despachos como el de Gallardón solo se ven entre los presidentes de los grandes bancos. ¿Pero por qué un general tiene chófer? ¿Por qué un concejal no se busca la vida para ir al trabajo en lugar de que le espere un chófer a la puerta? ¿Es un concejal más que un catedrático de La Complutense, o más que un jefe de servicio de La Fe?

Por supuesto que nadie es más que nadie, pero por el tiempo que pierden en el transporte público o aparcando ¿vale la pena que se paguen decenas de coches y un ejército de conductores?
Muchos se comportan al resultar elegidos o nombrados como si les hubiera tocado la lotería. Y se deberían corregir esos desmanes, pero, al menos, los Audis están en los garajes de los organismos públicos, perfectamente inventariados. Junto con las sillas y las lámparas.

Ahora nos salen, tipo Gila, con que alguien regalaba un Jaguar a alguien. Trajes de quita y pon, viajes exóticos, billetes calentitos y mujeres templadas. Ahora les denuestan y todos se los quieren quitar de encima, pero ahí estaban, haciendo negocios, moviendo dinero, y eran los alcaldes, los consejeros los que firmaban las facturas. Y se pagaba con dinero público para satisfacer intereses privados. En su momento fue el PSOE. Parece que ya pagaron. Ahora es el PP. Otro ex presidente acuñó otra igualdad: son la misma mierda.

Habrá que evitar que se parapeten detrás del Loden verde de Bermejo, o detrás de los peculiares emolumentos de Garzón. Porque por mucho que Rajoy ponga cara de bueno, en su partido roban, espían, mienten; los cínicos dicen que como en todas partes. Rajoy confundió presunto con premonitorio y dice que aunque no lo conoce lo echó de Génova. ¿No les recuerda al hermano de aquel tipo que se creía una gallina? ¡Pues llévelo a un psiquiatra, hombre!, le aconsejan. Lo haría si no fuera porque necesito los huevos.

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