miércoles, 18 de febrero de 2009

Apalancamiento emocional

Leí Las edades de Lulú de Almudena Grandes hace ya algún tiempo, después de haber visto la película. La película era mala y el libro no iba más allá. No podía competir con la imagen, crucial para este varoncito menos dado que las chicas a las ensoñaciones abstractas y que, sin duda, prefiere, como los ogros de cuento, la carne fresca. Después de leerla poco, en prensa, me he atrevido con una película de Azucena Hernández basada en un libro suyo: Atlas de Geografía Humana. No sé por qué se siguen haciendo películas en los que los hombres parecen o idiotas o desalmados o carentes de afectividad, sensibilidad y cualquier atributo positivo que a los personajes femeninos les sobra a raudales. Básicamente es la historia de cuatro mujeres que trabajan juntas. Tres de ellas están desesperadas de la vida por pillar; una fea que no está en mercado, una divorciada y una infeliz en su matrimonio, forman el ramillete de violetas junto con la rica con amiga con cáncer y marido alérgico al polvo de casa. La fea busca un feo pero simpático, la divorciada logra romper otro matrimonio y a la infeliz la deja colgada un adúltero picha brava. La típica película de alta tragedia. Alta tragedia pedorra. Creerán que soy esquemático, bueno pues he puesto cosas de mi propia cosecha. Sé que agradecerían que contara el final, pero a este mundo se viene a sufrir, así que si quieren más, vayan al cine, o se la compran o se la bajan.

Pero no he abierto este hueco para contarles una pésima película y meterme de paso con la Grandes que se quedó sin ideas a la vez que Lulú se quedó sin vello púbico. No. Quiero ofrecerles un concepto que me he inventado saltándome las prohibiciones del pelma que se empeña en decirme ¡en latín! que no hay nada nuevo bajo el sol, sin entender que lo que no hay, lo que no existe es nada viejo, que todo cambia y se renueva al mirarlo con otros ojos, por cansados que estén, que el pasado es evanescente y el presente solo es la humedad que deja el agua al pasar entre tus dedos. Pero ahora no está. Andará encabronado con alguna cosa, poniéndose intenso o quizá haciendo torrijas, que me las prometió.

El caso es que el sábado verán un post que mantengo oculto de momento, en el que hablo de apalancamiento emocional y me gustaría divagar sobre este asunto, porque esa entrada será radiada (www.miradiofm.com) y ese medio da para menos florituras argumentales.

He pedido prestado el concepto del mundo financiero en el que apalancamiento supone el endeudamiento en relación a los propios activos. Dicho en términos más próximos, un gran apalancamiento es cuando se pone muy poco dinero propio y se pide todo para adquirir una casa por ejemplo, y la debacle aparece cuando baja el valor de la casa y el precio de venta es menor que la deuda contraída.

Así en el mundo adolescente, entre los jóvenes y no pocos adultos escasamente evolucionados, aparece el apalancamiento emocional, una suerte de ausencia de recursos morales y afectivos, un pésimo andamiaje emocional, hecho de retales, mal internalizado y peor elaborado que pide contenidos para su repertorio de conductas al modo de las empresas unipersonales y plurigananciales. Se arriendan emociones y se subcontratan modelos de comportamiento, nada de aprendizajes vicarios, observacionales, nada de ensayos prueba y error, nada de construir el criterio mediante elección y renuncia, con sus tiempos, sus desatinos y sus aciertos. Nada de todo eso. Uno incorpora sensaciones, afectos, odios y filias tan paquetizados como los activos venenosos de las subprimes. La pasión prêt-à-porter; el odio take away; amor en conserva, calentar y listo.

En lugar de establecer el cimiento por estratos, con experiencias, dejándolas reposar, rompiéndolas en mil pedazos cuando no valen, colocando esa misma piedra con la que tropezamos incansablemente, en lugar de aprender a amar, aborrecer y comportarnos, hacemos outsourcing de nuestra vida de relación, dejamos que sea el medio, los colegas, las series de televisión o algún cantamañanas con el que te cruzas el que dicte las normas. Y con esa externalización de los afectos uno se desprovee de criterio, deja en manos de la marabunta social los sentimientos y atiende más a la deseabilidad social que al deseo propio, vive más la provocación a los otros que la indignación interior.

Si el apalancamiento financiero recurre a la deuda para incrementar el valor de los recursos propios, en este apalancamiento emocional a edades tempranas o con experiencias vitales limitadas, se desarrolla de modo contrario, supone no saber vivir la vida propia, no entender las respuestas porque son de otros, no atender a la historia personal, en definitiva vivir una vida impropia. ¿Cuántos adultos conocen que viven la vida de otros por carecer de una propia? Así el individuo es incapaz de aportar emociones o criterios propios, subsiste con importaciones sentimentales, con valoraciones de tertulia y cuando las cosas se ponen feas se queda sin nada, anómico, con sus respuestas básicas de ataque o huida, la complejidad del chupete.

Desgraciadamente estos tipos tienen hijos y sobrinos, algunos llegan a docentes y son modelos para otros. Este concepto lo encuadré en un post sobre el asesinato de la chica sevillana y la extrañeza que causó el apoyo de los otros tres sujetos. Lo vinculé al encubrimiento de los populares, a la objeción a las leyes de la Iglesia y estos jueces que hoy están en huelga. Si les pica la curiosidad tendrán que esperar al sábado, sobre las nueve y media, pero a mí me pica la curiosidad sobre que piensan ustedes acerca del apalancamiento emocional. No tengan miedo a opinar. El pelma apenas nos lee.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Leandro: sigues siendo tan densísimo que una comienza a escribir y se lía. Voy a intentar coger el toro por los cuernos.
Indudablemente las emociones y el mundo del corazón son enormemente complicados y como bien dices hay unas estructuras que se forman a lo largo de nuestras vidas, tal vez lo entiendas con lo que te dije el otro día de sobrevir. La vida seria como una escalera que termina en la muerte, y por la que vamos subiendo, resbalando, levántandonos hasta llegar. Que lo que siempre hemos llamado valores hoy están en desuso pues no te quepa la menor duda, te cuento: hace unos años paseando por un parque ví a dos niñas que no tenían más de 14 años contándose los niños que se habían tirado(sic), unos pasos más adelante un par de críos (seguramente un o de ellos el padre) se tiraban un bebé de pocos meses como si de una pelota se tratara. ¿cómo se te queda el cuerpo?....
Matrimoníos que se rompen en meses, hasta tal punto que yo conozco gente que temen encariñaarse con los familiares políticos por lo que pueda pasar.

Lo cierto es que no hemos sabido educar, que hoy prima el polvo rápido y no te cuento lo que piensan las féminas, a pesar de que la Grandes esté anclada en estereotipos de los años catapún, pero a mí que me gusta hablar con gente de todo tipo y edad te puedo aclarar que las mujeres entre nuna franja amplia como las de 30 a 60 pasan olimpicamente de hombres, que dicen que no cambian por nadie su libertad,que de conocer a alguien "tú en tu casa y yo en la mía", y que "a cenar jijí jajá y buenas noches".

Ya ves apalancamiento emocional general, que la gente no pone nada en el asador ¿ porqué ?...no lo sé.