martes, 27 de octubre de 2009

Oro parece, plata no es

Decía un chiste viejo: Tras el golpe quedó como emocionado. Así me he quedado yo con el revuelo sobre las dos definiciones de gripe A. Para la definición operativa clínica de caso en la Comunidad de Madrid, el enfermo debe tener fiebre superior a 38 grados y al menos dos síntomas de infección respiratoria aguda (tos, goteo nasal, dolor de garganta, dificultad respiratoria, cefalea, dolor de músculos o malestar general). Si se acepta la de Vigilancia epidemiológica de casos humanos por infección por virus pandémico (H1N1) 2009: aparición súbita de los síntomas más, al menos, uno de estos cuatro síntomas generales (fiebre o febrícula, malestar general, cefalea o dolor muscular); más, al menos uno de estos tres síntomas respiratorios (tos, dolor de garganta, falta de aire) y la ausencia de otra sospecha diagnóstica. Consulten a su médico en qué se diferencia de la gripe de todos los inviernos. O pregúntenle a su madre, a ser posible a la de ustedes, no a la del médico, si les suena esa sintomatología.

Pero no dedicaré su preciado tiempo, ni mi estimable pluma –espero que no entiendan esto con doble sentido-, a la pesadez de la gripe porcina que perdió su bonito nombre por una letra, más o menos como gran parte de los españoles les está pasando por unas cuantas más.

No, queridos amigos, no, lo que me sorprende es que se organice el revuelo por disponer de dos definiciones de algo.

Por ejemplo, dimisión de la secretaría general no significa abandonar el cargo y dejar de ejercer como tal, significa ratificación y mención de honor. Es la anfibología de los vocablos en valenciano. Pero también vivimos en un Estado laico, esto es, el que retransmite por la primera cadena pública la misa del domingo, el que pone una Biblia frente a los ministros o en el que el Poder Judicial, hinca el hinojo ante un obispo el primer día. De esta forma el superlativo de laico es meapilas, aunque a ustedes les pueda parecer un contrasentido. Aquí el exégeta es Zapatero. Pero también el verbo bajar y su opuesto subir tienen versiones, así, prometer que el PP bajaría los impuestos, se convierte en subir el IBI, inventarse una tasa de basuras o no aplicar la Ley de Dependencia que de facto es una subida por incomparecencia del servicio. Estas interpretaciones son puramente madrileñas.

Pero hay muchas más, verbigracia, decir que Rajoy pone firme a Aguirre significa que Esperanza tienta, a manos llenas, los testículos de D. Mariano –lo de Don es por concederle algún atributo- y los retuerce convenientemente. ¿Y qué me dicen de la definición de millón de asistentes que coincide con unas 50.000 almas? Así se define el patrón manifestante de platino e iridio que se conserva en París ¿Y la de asesinato? Que de 1996 a 2004 era una cosa aceptable y después de 24 años se convierte en una barbarie insoportable. Y eso sin olvidar que lo que era herejía con los protestantes, lo que ha separado las dos iglesias cristianas más importantes, es ahora un largo camino ecuménico que el mismísimo Papa se apresta a recorrer. Lo que Lutero separó que no lo rejunte el hombre.

¿De verdad necesitan más ejemplos? Como me dirán que sí, ya supongo yo que significará que no, así que tengan ustedes un buen día. O malo, porque ¿quién sabe?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo y mordaz recorido por la actualidad. Todos los temas que has tocado son interesantes y deberían preocupar a la ciudadnía, pero parce ser que nos estamos acostumbrando y aceptando estas situaciones sin causar la más mínima alarma social.

Leandro María dijo...

Lo escribí el martes y fíjate Ernesto hoy viernes como abren los periódicos. No sé si es la auténtica coartada para no hacer nada: nos dejan estupefactos.

Abrazos,

Luis