jueves, 10 de septiembre de 2009

Más que un instante, un Segundo

Hay un programa de televisión que se llama Ídolos a domicilio. Como es aberrante ya supongo que lo desconocerán, pero para situarlos, sepan que un famoso le da una sorpresa a alguien en la propia casa del afectado. La gente por lo visto pide a Carlos Baute, a Mónica Naranjo o a Marta Sánchez. Ya decía el torero que hay gente pa’ to’. A mi se me ocurre que la ejecutiva socialista podría pedir a Felipe que visitara a Zapatero. La jugada es de la siguiente forma: un amigo compinchado te atrae hacia tu propia casa y allí te espera agazapado el ídolo, que te empieza a cantar algo nada más entrar. Como quien no quiere la cosa, te sorprendes un poquito y empiezas a menear el cuerpo siguiendo la letra de la canción. Vamos, lo normal.

Así que ponemos a Felipe dentro de La Moncloa, y algún amigo de Zapatero, bueno, de esos ya no le deben quedar, algún conocido, lleva de la mano a nuestro presidente hasta el contacto ocular con el ídolo. Bien es verdad que un momento zarzuela no quedaría mal con eso de ¡Ay Felipe de mi alma! ¡Si contigo solamente yo soñaba! de La Revoltosa, pero están las cosas como para que Zapatero se lo monte en plan Mari Pepa. Descartada pues la opción zarzuela, se me ocurre que lo mejor sería recuperar a Milá. No crean que es meter al gobierno y a la leal oposición para hacer edredoning con este calor que hace. Igual que los policías o los hermanos Solana, que hay uno bueno y otro malo, así les pasa a los Milá y yo me refería a Lorenzo, no a Mercedes. Decía que Zapatero debería imitar a Lorenzo Milá y preguntar al ídolo: Felipe, tengo una pregunta para ti ¿qué hago? O más exactamente en esta cultura de género ¿Qué coño hago?

Hasta aquí espero que estén situados. La Moncloa: el escenario del palacio del poder ejecutivo, la sede del poder máximo del Estado. Por un lado José Luis, un presidente asediado, con un equipo carente de energía y axiológicamente vacío, falto en su mayoría de experiencias profesionales que no sean políticas, que ya son incapaces de seguir pedaleando y, por tanto, a punto de que se caiga la bicicleta, harta ya de tanta inercia y harta ya de tanta crisis. Por otro lado Felipe, un ídolo con experiencia, con seniority que dicen en Georgetown, un icono curtido en mil batallas, el primero que llevó a España a la globalización e hizo de nuestro país un estado moderno. De él señala John Elder: ...de rostro es bien parecido, con frente ancha y ojos grises, de nariz recta y de talante varonil. Su modo de andar es digno de un príncipe, y su porte tan derecho y recto que no pierde una pulgada de altura; o también: se ocupa de los asuntos sin descanso y en ello se toma un trabajo extremado porque quiere saberlo todo y verlo todo. Se levanta muy temprano y trabaja o escribe hasta el mediodía.

Se miran y José Luis, el joven, el permanente discípulo, pregunta asustado ¿Qué hago? Felipe ¿qué hago?

Felipe tenía barba. Como Juan Carlos, el Jefe del Estado, en este verano sin yates, ni maquinillas. Como el otro Felipe, el marido de Letizia, que también ha renunciado a afeitarse. La barba ha dejado de ser la insubordinación de antaño para convertirse en el nuevo adorno de la feligresía urbana.

Felipe le miró sonriente y dijo: ¿preguntas qué hacer? haz como yo, sé práctico, lleva la pragmática hasta lo más alto. Sin miedos ni rencores. Dile a Dívar que haga de Deza, y haga cumplir, que obligue a aprender castellano a aquellos que no lo hablen, que en el plazo de tres años, cumplidos los cuales, se considerará un crimen hablar, leer o escribir en lengua diferente; también se les requerirá para abandonar sus antiguas costumbres, sus nombres extranjeros y sus ceremonias.

Cuando lo tengas, utiliza a Pérez Rubalcaba para todos los asuntos de Estado, tu Jeromín más cualificado, aunque a veces te parezca más Pérez que Rubalcaba, pero no desconfíes, ni juzgues equivocadamente al valido, por esa autonomía e independencia, los listos la llevan en el carácter. Europa no te dejará poner alcabalas, pero recompón tu hacienda con cruzadas y excusados, haciendo cumplir la ley y el laicismo como un nuevo Mendizabal. Cuídate de asesores, y ahora sí, asesoras, de artículos editoriales amigos y enemigos, de ministros y exministros, de catedráticos, titulares y becarios aguerridos. Mira hacia Bruselas pensando en Flandes, para algo apuntalaste la memoria histórica, y no dejes que Rajoy y la derecha logre que piensen de ti como lo hacen, no dejes que los ciudadanos naveguen por esta nueva leyenda negra, ya sabes, la cuidadosa distorsión de la historia de una ideología, realizada por sus enemigos, para mejor combatirle. Y una distorsión lo más monstruosa posible, a fin de lograr el objetivo marcado: la descalificación moral de esa creencia, cuya supremacía hay que combatir por todos los medios (Fernández Álvarez).

José Luis lo miró y torpemente lo señaló casi pasmado. Felipe aceptó la estupefacción y quedamente susurró: estoy cansado, siempre he estado enfermo, deja que me vaya, si quieres algo, estoy en la sierra, aquí al lado. A tu lado.

2 comentarios:

Tesa dijo...

Bueno, te has quedado conmigo.
Hasta que no he visto asomar el retrato, empezando el penúltimo párrafo, no he dejado de pensar en Felipe González.

El texto es muy bueno.
Un saludo.

Leandro María dijo...

Simplemente pretendía hablar de fantasmas. Gracias.