sábado, 11 de septiembre de 2010

Ya estamos de vuelta

Aquí estamos de nuevo. Entre broncas, eso sí, que si no escribes desde hace mucho, que tienes esto abandonado. ¿Qué se creen? ¿Coroneles? ¿No tienen nadie más que les escriba?

Es lo que tiene la culpabilidad, que la puedes expulsar con un vómito hacia los demás. Pero si haces dieta te la guardas, que no están los tiempos para derrochar nada. Así que mi culpa la sublimo escribiendo esto.

El caso es que he estado todo este tiempo disfrazado de Rajoy. La misma barba, las mismas mujeres solícitas en derredor, la misma actitud entregada con España y su causa. Pura holganza. Vamos todo igual menos el puro. Qué envidia tiene que tenerle Tomás Gómez, llegar ahí sin primarias ni nada, simplemente por el designio, no sé si inteligente, del dedo sin perdón de Aznar I, el sionista.

Todo un ejemplo este D. Mariano. Quizá leyeran el otro día una entrevista a Jacques Attalí, asesor de Miterrand y Sarkozy y primer presidente del Banco Europeo y oenegero convencido. Citó al periodista a desayunar a las 7:30 en un café. Tiene usted media hora. Cómo cunde el día cuando uno se organiza y empieza pronto a rendir. Por ahí se empieza a conciliar, aunque no sea precisamente el sueño. Pero existe el otro lado. El del ocio agitado. Estos nuevos clubes son más festivos, más verbeneros. La música importa menos. La noche se ha expandido a los miércoles y los domingos. La gente tiene ganas de divertirse. Será por la crisis, no sé. Pero lo que importa es pasarlo bien, dijo un relaciones públicas ayer. En cuatro horas entro a currar, pero voy a ir directo. Aquí se viene a bailar, a pasarlo bien y a ligar con pibones. Ya se dormirá otro día, sentenciaba un asistente. Uno puede abominar de los powerpoint con gráficos sobre productividad y beneficios, pero incluso en el mejor y paradisíaco escenario posible, alguien debe recolectar los frutos.

Y hablando de frutos, Rajoy es como la tarta de arándanos de My blueberry nights. Seguro que les suena la película, a Jude Law, que regenta un café, le pregunta Norah Jones, una visitante, por qué no se vende esa tarta que siempre sobra. -¿Está mala? -No, qué va, pero la gente pide otras cosas. Y Rajoy es como esas cosas. Para decirlo de forma absolutamente meridional, que no meridiana, el último orejón del tarro. Pobre Rajoy, cada día en su hamaca, balanceando sus dudas, meciendo sus ambiciones, ¿por qué no me quieren? Y fíjense ustedes que tampoco hay tanto en el PP donde escoger, a fuer de ser sincero ni tampoco en el PSOE, claro que en el extrarradio del bipartidismo ya es de risa. Hombre Roca no está mal, Uxue Barcos tiene su aquel, y ese otro, si hombre cómo se llama. Convénzanse, de risa.

Pero que se me abran las cicatrices con las carcajadas no suprime la sensación espeluznante de ver a Moragas de ministro de Asuntos Exteriores, o a PPons en el Ministerio de la Sonrisa. Y esos son los que enseñan en el escaparate, fíjense los que están dentro por el calor. Los pelos como escarpias con taco de hormigón. Y como esta gente está por la familia, seguro que recuperan al cachorro de Aznar, el de la mirada torva, me refiero a ambos, a Aznar y al cachorro, de brazos cruzados y gesto serio viendo a papa con cazadora remangada y peinado mamá Bates de Psicosis comprando transistores en visita privada al moro con ese liderazgo de chilaba que destila. Si no han visto la imagen traten de recuperarla, te deja el cuerpo mejor que una salmonelosis.



El vigoréxico Gómez, Tomás, no ha llegado a tanto. Tiene también sus corifeos, en la derecha y en la izquierda, no crean. ¿Qué esa izquierda es de derechas? Quizá. En España la derecha de centro es derecha que te cagas, por decirlo sin restricciones. La derecha a mucha honra, es ultra y montaraz y la ultraderecha está en el capítulo de los delitos penales. Mucha izquierda es centro de buen rollito, a la que le faltan unos pocos años para acabar de pagar la hipoteca o un par de ascensos para convertirse en dextrógira. Dicen que es ley de vida y te cuentan esa bobada fascista de la cabeza y el corazón del comunista joven y cincuentón. ¡Cómo si en treinta años se hubieran acabado las injusticias, la explotación del hombre por el hombre, o la arrogancia de los poderosos! Y claro que hay izquierda. En versión purista que no entiende que sea necesario actuar, mandar, restringir, prohibir, encauzar, pactar y obedecer, como si el análisis marxista de la realidad lo regalarán con el ABC del domingo. Es una izquierda de uñas largas y sarro y escasas lecturas, pero…tan de izquierdas. Y luego otros muchos. Millones seguramente, pero están un pelín callados. Desde luego votar si eres militante o simplemente preferir a Trinidad Jiménez no será revolucionario, pero tampoco es para avergonzarse. Todavía es tolerable coincidir con Zapatero. Afortunadamente yo ya manifesté mis disgustos con el señor Gómez cuando parecía inevitable, así que la disputa primaria me resulta secundariamente beneficiosa. Menos me alegra la de Antoni Asunción, aunque Alarte diste mucho de ser mi candidato preferido. Con la que tiene el PP en la Comunidad Valenciana, los socialistas deberían ir preparando el plumier oficial y tener el uniforme planchado, todo en orden de revista, pero, desgraciadamente, no parece que vayan por ahí los tiros. Y eso alguien debe hacérselo mirar.

Sarkozy odia a los gitanos. Siendo republicano parece normal esa mala relación con los Gypsy Kings. Pero no, parece que es con patricios y plebeyos, a pelo y a pluma. Un pueblo nómada que se asiente no está bien. Y menos que sea aquí al lado. En España, tan cariñosos con ellos como somos, nos hemos mesado los cabellos. Parece que las críticas a Sarkozy por su gitanofobia es por el miedo a que se vengan para aquí. ¡Qué acogedores nos mostramos!

Y la selección española de futbol va, y el día del premio Príncipe de Asturias de Deporte, pierde. 4-1 con los mataos de los argentinos. A eso se le llama recuperar las esencias. Lo único que ganaron fue el premio. Un premio unánime y entiendo que incontrovertible que a mi me lo parece menos. Sin duda desde el punto de vista sociológico el premio es merecidísimo, pero desde el deportivo creo que es bastante más discutible. Sobre todo cuando está en liza Edurne Pasabán. Catorce ochomiles, todos los que hay, se ha subido la señorita. La primera, la única. Pocas hazañas estarán más cerca de la totalidad absoluta, porque al fin y al cabo campeones del mundo hay unos cuantos y en breve habrá otro. ¿Meritorio? Claro, hay que ganar a 15 o a 20 equipos que quieren lo mismo que tú. Pero nada del otro mundo. Eso sucede en baloncesto, en tenis y en cada deporte en el que las selecciones nacionales compiten y necesariamente uno tiene que ganar. Pero en el montañismo esa regla no está escrita. Quizá ni siquiera la coreana trilera pueda hacerlo, de momento parece que no lo ha hecho. Quizá esos astros, para ellas más cercanos, se confabulen y no sea posible durante años que alguien la imite y como mucho la iguale. En futbol hay alguno más, algunos más, que han triplicado la marca de nuestra selección española de futbol. Pero ni siquiera es concebible doblar el record de Pasabán.


Así se ha ido desgranando este verano dehiscente, pleno y maduro con pagos y rescates que complican la vida a los teóricos de la ética y no digamos a los diplomáticos. Esta foto me la hice con mi secuestrador, aquí salgo con mi carcelero. Manoli ¿era ésta la que nos pegaba? No, no, esta fue la del balazo. Así se acaban las vacaciones, martirizando a tus vecinos y compañeros de trabajo con tus álbumes de recuerdos.

Pero espero que este verano se hayan enamorado. De un hombre, de una mujer, de la misma persona o de otra, de la misma forma que hace 20 años o están estrenado un flamante chichisbeo, pero, aun mintiéndome, asegúrense de que se han enamorado. Si es de la persona con la que solían, enhorabuena. De vuelta a casa oliendo a azahar y a atardeceres interminables, bendito deja vú. Si fue una novedad que no podrá tener continuación, si inauguraron su futuro de forma tan efímera, lo siento. Cómo te despides de alguien sin el cual no puedes vivir. Cómo le dices adiós a la botella de oxígeno, al marcapasos, a la máquina de diálisis, a ese hombre, a esa mujer, que te conmueve, que te enlaza y aprisiona.

¿Se atreverán a llamar? ¿a escribir? ¿a mirar el correo? ¿Aceptarán el reto de reiniciarse como un Windows torpón o seguirán buscando en el cielo su falta de osadía?

Dicen que la floración se ha adelantado en Europa siete días y la desfloración seguramente unos cuatro años. Cosas de los tiempos. Acepten que este tiempo no es el suyo, pero salgan a la calle a apoderarse de ese otro, que les es hosco y ajeno, y poséanlo hasta el estertor.

6 comentarios:

el hermano gordito dijo...

Excusas, excusas... ya era hora hombre, que los adictos sufrimos. Que has tenido más vacaciones que mis hijos.

Saludos Leandro

Ernesto dijo...

¡Bienvenido a casa! Y se ve que has cargado bien las pilas, vuelves como un ciclón, cosa que me agrada comprobar porque está claro que te has recuperado del todo.

Aunque un poco exhausto después de leer toda la entrada de n tirón, por supuesto estoy de acuerdo, aunque más despacio, haré una segunda lectura.

De momento, un placer leerte.

Abrazos.

Leandro María dijo...

Vamos a ver hermano gordito, no vas a comparar a tus hijos, que serán la generación más preparada hasta que llegue la de tus nietos, con este pobre enfermo.

Huérfano sílfide

Leandro María dijo...

Un poco insolente, es verdad Ernesto, pero me obligué a cierto retiro para hacer lo que debería haber hecho durante el año, pero que coches y arterias me obstaculizaron, básicamente estudiar, leer y ver cine. Tu en cambio no has parado, tremendamente prolífico te he leído. Es que esto de escribir te lleva a una cosa y luego a otra y no puedes hacer mucho más. Prometo ser más constante y menos largo.

Abrazos fuertes,

Luis

Tesa dijo...

Me alegra tu vuelta.
Ya era hora.
:)

Leandro María dijo...

Gracias Tesa. Tu estilo ha cambiado algo. Quizá sólo sea la brevedad alargada.

Un beso,