sábado, 15 de mayo de 2010

ZP o la efervescencia de los Zeta Petas

Tony Judt, el historiador inglés autor del libro de referencia Postguerra, ha publicado hace unas semanas Ill fares the land del que Muñoz Molina hizo un elogio en las páginas de El País hace poco más de un mes. Es un libro que pretende dar un sopapo a tanto papanatas de la gauche caviar, de los comunistas de hoz y martini, de los puños con rosa mosqueta y por supuesto a la reala de ultraliberales a la violeta. Es una defensa de lo público, de lo colectivo frente al individualismo. Tomó su título del poema de un irlandés, Goldsmith, del XVIII , algo así como Mal le va a la tierra, y a fe mía que todo esto se está poniendo cada vez más chungo. Las cosas se nos han complicado de forma considerable, hasta el punto de que sólo un niño ha sobrevivido a un accidente aéreo en Libia. Fue el único incapaz de leer el periódico con las noticias del mundo. La suerte del ignorante que considero razonable asirse a esta vida a pesar de la que está cayendo.



Pero ésta es la semana de pasión para los europeos, pero como aquí somos como somos, hemos puesto el monte Calvario en el mismísimo kilómetro Cero de la Puerta del Sol, y hemos descontextualizado cualquier análisis, sin valorar unas mínimas comparaciones con Francia, Irlanda, Reino Unido, etc. ¡nosotros!, tan dados al y tú más.

Defender al Gobierno es una posibilidad perfectamente posible y no hace falta rebuscar muchos argumentos para salvar la cara de su decisión. De forma paradójica, lo mismo se puede hacer desde la acera contraria, y no faltarán argumentaciones para decir que lo hecho hasta ahora es un desastre. Y a la vez se puede expresar la idea de que ambas posiciones son impresentables. Más complicado es pensar que ambos lo están haciendo bien. Creo que ni siquiera con ácido, es tal viaje posible. Si el Gobierno está apesadumbrado y no le llega la camisa al cuerpo, la oposición del PP está confusa, sin alternativas y, sobre todo, sin acción en los lugares y áreas en los que sí puede hacer algo. Rosa Díez ha desaparecido del combate porque las boutades y cantinelas no se dicen en los funerales serios e Izquierda Unida sigue en el pensamiento paleoreivindicativo que le costará su definitivo hundimiento, primero en las regionales y más tarde en las generales. La cara, tristemente para los que no somos nada nacionalistas, la mantienen los partidarios de tan decimonónico ideal, sobre todo Duran i Lleida, otro desperdicio para este país, el que se haya quedado en la política regional y no juegue todo lo que debiera en las ligas mayores.

No debemos cansarnos en recordar que esta crisis no es una terrible mala cosecha, que no es un terremoto devastador, que no es una confabulación de los ríos para anegar nuestra vida e inundar nuestro futuro, esta crisis, este descontrol que apenas entendemos, es producto de la miseria capitalista, pero no crean que es la simple soflama de pasquín de un salto de barbudos en las calles de las grandes ciudades de España en los setenta, es que lo que ha pasado y está pasando es la pura exaltación de esos valores de los que quieren un Estado liliput, la prevalencia de un modelo insolidario e injusto; es la consecuencia del más puro eretismo capitalista que reclamó el déjennos hacer, no pongan límites a nuestra iniciativa, no imposibiliten nuestros planes, nuestros gráficos ascendentes, nuestros triles transfronterizos; así, la debacle griega se la come el socialista Papandreu, pero los que mintieron fueron los gobernantes anteriores, seguidores del modelo neoliberal y cuyo presidente, el muy conservador Karamanlís, sigue paseándose por las calles de Atenas o quizá esté esquiando en Cortina d’Ampezzo. Y en sus respectivas ciudades siguen paseando las cúpulas de esos grandes bancos intervenidos, la alta dirección de esos fondos de inversión especuladores, los gerifaltes de las aseguradoras que se disputaban los primeros puestos en las clasificaciones de remuneraciones, tan astronómicas, que parecían su recuento de glóbulos rojos más que una nómina mensual.


Y todos nos sentíamos Mowgli entre esas manadas de lobos que caracterizó un ministro sueco a la jauría especuladora, hasta que nos dimos cuenta de que éramos nosotros los bípedos implumes y que empezábamos a oler a guiso demasiado apetecible.

Es difícil aceptar que se nos quiten pelas de las mil formas diversas propuestas para que un sistema bastardo y felón se mantenga, para que los de siempre sigan en sus sitios oteando el nuevo despertar y vuelvan a poner más distancia con nosotros aprovechando las oportunidades que este bendito sistema capitalista les ofrece y les perpetúa.

Y ahí es donde creo que Zapatero ha traicionado el espíritu de su elección y se ha mostrado efervescente en sus fundamentos. Algo podía haber hecho para decirnos a todos y decirles a ellos que la caradura se paga, pero por lo visto no tocaba. Algo podría haber hecho o dicho sobre la economía sumergida, sobre las operaciones de la economía irreal, pero por lo visto no tocaba. Llevábamos años mirando a otro lado ante tanta santurronería y talante huero, porque en algún sitio queríamos encontrar esos principios que nos animaron a concederle el voto, a veces eran asuntos no por importantes menos accesorios y sí, en alguna ocasión, aspectos fundamentales que otros gobiernos socialistas no encararon y que nunca lo haría uno conservador. Dejamos el estilo estricto y enfurruñado de Aznar, el de la mirada torva y nos topamos con una sonrisa diplomática, a ratos difícilmente compatible con la actividad cerebral y un azul bonachón que nos aseguraba la felicidad eterna. Quizá no hubiera estado mal un punto intermedio. Pero somos españoles. Para lo bueno y para lo malo. Los socialistas hacen las reestructuraciones industriales y realizan los ajustes de los desaguisados liberales. Un karma que poco debe de tener que ver con la Chacón.

Creo que poco se puede decir de las medidas salvo darle la razón a Rajoy de que se tenía que haber hecho antes, mucho antes. Los funcionarios tendrán que pagar con sus salarios asegurados la precariedad de las pagas de los demás y por mucho que protesten cierto estatus privilegiado sí que tienen. ¿Hablamos de la policía local y su estipendio en relación a su formación, lo hacemos de esos jueces, secretarios, etc. que no quieren fichar, de los soldados que protestan cuando les mandan al frente, hablamos de la tasa de absentismo de quien se sabe vacunado contra el paro? Los otros funcionarios, los cumplidores tienen que estar jodidos. Como todos. Las pensiones eran malas cuando España iba bien, muy malas. Zapatero las ha adecentado algo. Con un 1% de inflación la cosa tampoco será terrible. De la jubilación ya hemos hablado en otras ocasiones. Quizá a los prejubilados de televisión con cincuenta años debieran reducirles también ese 5% y a los de Telefónica otro tanto, por lo menos no gastan en ir al trabajo. Lo del cheque bebé fue una de esas cosas de Zapatero que hacen los toreros mirando al tendido. Facilite la vida a las familias para que tengan hijos y en especial a las mujeres que son las que gestan, protéjalas legalmente, ayude al empresario como pueda, pero déjese de regalar pantallas de plasma a las embarazadas. Un gobernante debería conocer mejor a sus gobernados. Y lo de las obras públicas tiene su contraparte de la bajada de actividad, aspecto que debieran haber contrapeado con soluciones fiscales a esas empresas y de líneas de crédito para mantener en lo posible las inversiones en infraestructuras y en I+D. Y sonaré poco solidario, pero las operaciones humanitarias o militares en el exterior cuestan un pastón, así que habrá que disminuir las operaciones de cooperación. Que no nos pidan prestada la bombona cuando estamos en apnea. Pero no nos olvidamos de la pastizara con la que se ayuda a la Iglesia, a las iglesias. Lo de los medicamentos y lo de dependencia es una castaña. ¿Se va a efectuar un acto médico por cada monodosis necesaria?

Como saben he pasado unas semanas confraternizando con la profesión sanitaria. Permítanme, por tanto para acabar, una referencia personal. Hay un medicamento protocolizado tras el infarto. Se debe dar al menos durante un año y muy seguramente de por vida. El médico que te da la baja no está autorizado a recetarlo y requiere del cardiólogo, que antes de leer los informes de UCI, hemodinamistas y brujos varios te hace un electrocardiograma de oficio. Por supuesto que no informa ese nuevo ECG, pero te da la receta y para ello ha gastado tiempo de recepcionista, de teléfono, de enfermera, de especialista, de ambulatorio y geles, electrodos y papel de registro, amen del propio aparato para decirte lo mismo que otros dos cardiólogos que han hecho lo mismo en esa misma semana. Mi empresa tiene contratada con mi mutua el pago de las bajas, así que otro especialista deberá asegurarse de mi estado. Serán cuatro los que me abran historia para informar del curso de mi enfermedad. Tengo que decir que antes del infarto me hicieron, entre otras pruebas complementarias, otros tres electrocardiogramas tres profesionales diferentes, un ecocardiograma y hasta una ergometría con isótopos con los que logré leer en la cama con la luz apagada. En todos los casos estaba sanísimo. En la UCI, no funcionó el primer electrocardiógrafo, tampoco el segundo, se fue a buscar el de Urgencias, justamente con el que me habían hecho otro, minutos antes. Les recuerdo que esto me ha pasado en mayo de 2010 en la capital de la octava potencia europea, uno de los veinte países más ricos del mundo, no en una aldea perdida del África negra. Cuando llega el aparato, la enfermera no sabía meter el papel de registro en la carcasa, mientras médico, auxiliar y celador ofrecían sus opiniones. ¿Saben los corrillos de personas mirando entorno a los cimientos de construcción de una obra apoyados en la valla? Bueno, pues yo era el agujero.

No crean que es una crítica a los médicos que me han tratado, a pesar de que el primer intensivista dudaba sobre mi estado y el relevo afirmaba que lo mío no era un infarto, quizá porque mi caso era raro, quizá porque deseo suponer que lo mío no es de este mundo, que a punto ha estado. Otros por el contrario lo hicieron de maravilla. Lo traigo a colación simplemente para mostrar que muchas veces se puede reducir muchos costes, sin tocar a los salarios, bastaría con haberse preocupado de la formación en épocas de vacas crasas, bastaría con hacer las cosas bien a la primera: ya saben no hay tiempo para hacer las cosas bien pero sí para repetirlas, bastaría con racionalizar los recursos - la enfermera me dijo que no me preocupara que los electros se pueden hacer todos los que se quieran demostrando que está al tanto de lo último en economía de la salud-, bastaría con que cada eslabón supiera qué tiene que hacer y hacerlo lo mejor que pueda, porque ahora tanto los competentes como los maulas van a recibir las mismas rebajas en sus salarios y es considerablemente más fácil ser perezoso que esforzado. Y aprendemos tan rápido.

Permítanme después de tanta demagogia, una dedicatoria a los que imprimen con la impresora láser color del trabajo las fotos de vacaciones, a los que dicen cuelga tú que te llamo yo que estoy en el trabajo, a los que ignoran que las papelerías venden folios idénticos a los que toman prestados de sus curros, a los que surten a sus hijos de grapadoras, rotuladores, bolis de punta fina, clips, sacapuntas y carpetas cada curso pero ignorando su precio, a los que copian los apuntes de los vástagos o recetas de la Termomix en la fotocopiadora de la oficina. ¡Es que eso lo hace todo el mundo! Pues eso.

4 comentarios:

Ernesto dijo...

Luis, hoy no puedo añadir nada a tu entrada, o mejor dicho no tengo ni fuerzas después de ver y escuchar los últimos espectáculos de nuestro circo nacional. Comparto y suscribo, por supuesto, todo lo que expones y aún me encuentro dándole vueltas a qué tendremos que hacer, porque lo que está claro es que no me puedo aislar, aunque me den ganas, y algo habrá que intentar. Pero no se qué, ni si será posible votar a alguien, o mejor no votar, o... ya digo que me tienen desbaratdao.

Sobre la situación sanitaria, ambos la conocemos y sufrimos bastante, aunque me he quedado preocupado por que no sabía de tu infarto, me quede conaquel accidente de moto pero del motorcillo ni idea, de todas formas se ve que ya lo has superado y, desde luego, la sanidad pública no podrá con nosotros.

Un abrazo.

Leandro María dijo...

Lo conté en el anterior, pero ya sabes que no hay que preocuparse. Dicen. Seis stents tuvieron la culpa. Y con lo que estamos viviendo no parece fácil desconectarse. A ti por el contrario te veo, y leo, muy prolífico.

Un abarzo también para ti.

Luis

Ernesto dijo...

Me ganastes en stents en una sola tacada, de todas formas si se sale de no se sale de todos, y te lo digo yo que llevo ya tres, en treinta años eh. Me alegra leerte y verte recuperado. Infartos a nosotros.

Otro abrazo.

Leandro María dijo...

¡Tres! No está mal. Dicen que me salvó el infarto, que si no hubiera ido a cirugía directamente, extracorpórea, etc. Temo más los ictus, así que habrá que cuidarse, no sea que nos confundan con dirigentes.

Un abrazo fuerte