sábado, 6 de febrero de 2010

Los sastrecillos valientes

Cuenta la leyenda que además del indiesito guaraní había un sastre al que molestaban unas moscas mientras trabajaba. Harto de ellas, en un solo golpe acabó con siete y tan satisfecho de si mismo estaba, que se bordó el cinturón con el lema Siete de un golpe para conmemorar tan enorme hazaña.


En esta España nuestra, nadie da puntada sin hilo y los sastrecillos surgen por doquier arrogándose épicas tareas y proezas sin par. Proponen, exigen, opinan sin descanso. Desde uno y otro lado, quemando pólvora del rey y utilizando la mecha del Gobierno.

Esperanza Aguirre, la malhablada presidenta de la Comunidad de Madrid, reclama a nuestro presidente del Gobierno que convoque elecciones después de leer las obras completas de Aznar el ágrafo. Habla de honestidad como el Papa habla de relaciones prematrimoniales o Rocco Sifredi de abstinencia. De oídas. Y lo hace como si el PP fuera garantía de recuperación.

Cospedal juega con las mismas cartas y reconoce su incapacidad de que prospere una moción de censura. Dice que lo de alargar la jubilación no es malo, en lugar de decir, señores esto es lo que hay, no se puede discutir sobre la medida, al menos los que somos partido de Gobierno no podemos jugar con las cosas de comer. Es sí o sí, y si no lo hace el PSOE, si ganamos nosotros, lo haremos en la primera semana de gobierno. Pero pone caritas, se ajusta el pichi y se declara defensora de los trabajadores. Otros siete de un golpe.

Hay asuntos en los que la ideología, o para dejar de utilizar una palabra tan antigua como aquella, la estrategia política, permite acudir a Irak o salir en tropel, permite rehacer la ley del aborto o mantener hipócritamente la boca cerrada, permite meter la pata en la educación o meter la pata en la educación, que en eso sí coinciden siempre. Pero hay otros que no obedecen a nada más que al análisis técnico de los datos. Si una tubería pierde agua, no hay nada ideológico en cerrar la fuga. Podrás cortar la llave central, podrás poner un tapón en el agujero, pero tendrás obligatoriamente que evitar que siga saliendo agua. Nos hemos dado cuenta demasiado tarde de que vivimos cuarenta años más que al inicio del siglo XX o lo que es lo mismo, que se espera que vivamos diez años más de lo esperado cuando nacimos. En los años cincuenta la cifra de expectativa de vida hubiera supuesto que nadie se hubiera jubilado por causas de edad, porque ni hombres ni mujeres hubieran llegado a la de 65 años. Hablo de medias lógicamente. Hoy en día, gracias a un vigor de hierro y al Servicio Nacional de Salud, deberemos pasar 15 años de nuestra vida mirando las obras en las que otros trabajan o echando migas a los pájaros en la plaza. Y esos tres lustros cuestan un dinero que sale de una hucha que no ingresa lo debido. Podemos pagar más durante nuestra vida activa actual o alargar esa vida laboral para que las cuentas se acerquen. Son cuentas de libreta de hule. También podemos prescindir de ello y recurrir al sistema privado que preconiza el Partido Popular y que supliría al sistema de pensiones público, que sin duda puede ser ejecutado con mayor agilidad y obtener más beneficios o mover sus dineros con el señor Madoff y quedarse sin nada. La libertad también es eso, pedir sustito o muerte.

Este Gobierno preclaro debería explicarlo mejor y dejarse de pamplinas. Pero lo hace mal y deja que el personal se encabrone con la medida y que el PP diga tímidamente: Pues que se pueda escoger. Como si descubriera algo. Como si la libertad fuera eso.

Pero este Gobierno, no contento con la merdé que se le viene encima, manda rosas a Sandra y dice que el documento principal de sostenibilidad económica para Europa tenía un error y que de computar los últimos 25 en lugar de 15 nada. Pero antes la gente se ha tirado de los pelos y uno advierte que si era un error malo y si era una propuesta peor. Hasta la rectificación es una bazofia.

Vamos a ver, ¿por qué no se pueden computar los 25 en lugar de los últimos 15? Si los últimos años han sido espléndidos pues te vendrá bien, si lo fueron los diez anteriores te vendrá fatal. A alguien perjudicarás con una u otra consideración. Yo planteo considerarlos todos. Sería lo justo. Todos los años de trabajo cotizado deberían servir para ofrecerte la pensión. Si te fue siempre bien, bárbaro; si te fue mal en una época y bien en otra, no te debe preocupar el periodo de consideración, pues ambos ciclos forman parte de tu vida; si siempre te ha ido mal, ya te habrás preocupado con anterioridad y esto no será consuelo. Si se expresa en pesetas constantes eliminamos el efecto de la inflación y es la forma más justa de medirlo. No hay que temer que en los últimos años te hayas quedado en paro, porque el impacto de una mala racha se minimiza al considerar un rango más amplio.

En cualquier caso otro nuevo disparo en ese pie que tiene ya achicharrado el Gobierno. Siete de golpe.

Lo que pasa es quedan dos años hasta las elecciones generales. Los más caraduras quieren un gobierno de concentración para ganar mediáticamente lo que perdieron electoralmente y algunos como Montoro, sí, ese que siempre es segundo plato para lidiar con la economía, tras Rato, Pizarro, Guindos… dice estar preparado para hacerse con las riendas, diciendo lo que debería decir el líder Rajoy. ¿Líder? En cualquier caso es lo normal. No lo es tanto que un presidente autonómico socialista como Barreda pida otro Gobierno de forma pública o que los hasta ahora corderitos sindicales, amenacen con la calle para contentar a los suyos. Siete de un golpe.

De lo que parece no haber duda alguna es que Zapatero tiene que hacer algo; como poco salir en la televisión pública a explicar lo que está haciendo y lo que va a hacer, y contarnos del mismo modo, lo que está dejando de hacer y por qué. Y debe hacerlo sin esa sonrisa de Heidi y sin la gravedad fúnebre con la que le paga Aznar. Hubo un tiempo de callar para proteger el sistema, hubo un tiempo de animar para airear los circuitos, hubo un tiempo de soñar y de sufrir, pero ahora que estamos a punto del colorín colorado, debe dirigirse a la nación y, al menos, para los once millones de votantes explicar cómo están las cosas. Los riesgos, las consecuencias, la convalecencia. Luego, asumiendo su papel, cambiará o no el gobierno, pactará una y mil cosas en el Parlamento y hará lo que tenga que hacer. Pero tiene que hacer algo. Y parte de su tarea es mostrar los hilos secretos de tantos sastrecillos cobardes.

De todas formas siempre nos quedará Botín para gobernar en estas épocas de desgobierno y de tanta gobernanza. A un Botín que, visto lo visto, jamás le pintan bastos. Pero Zapatero no es el mejor banquero español, tiene un compromiso, tenía un proyecto con varios millones de refrendo, tiene una tarea que cumplir y pocos ases en la manga. Pero tiene que demostrar que no vale todo y que la ética está también a las duras. A las durísimas. Eso nos debe diferenciar. Dentro y fuera del poder. Porque sin duda, la superioridad moral existe. Y hay que reivindicarla.

2 comentarios:

Ernesto dijo...

Magnífica, mordaz y abundante exposición de la realidad que nos ahoga y acongoja a los españolitos medios, el "común" que se decía antaño.

No puedo, aunque quiera, encontrar ningún punto de desacuerdo con todo tu artículo, así que me limitaré a suscribirlo al cien por cien.

Una nota que me ha sorprendido es la utilizacón de una palabra que muchos seguro que desconocen: ágrafo, que le viene al subsodicho "intelectual de la derechona" al pelo. Y quien no sepa lo que quiere decir la palabrilla de marras que acuda al diccionario y se entere.

Leandro María dijo...

Tengo el ordenador en cuarenta y accedo malamente a mis deberes blogueros. Me alegra que coincidas conmigo, en tiempos en que uno parece disentir con todo el mundo hasta el consumo de la autoestima.

Y si fuera por desconocimiento, algunos no pararían de buscar y buscar, lo que no es malo, salvo que debieron de hacerlo de niños y no dejarlo todo para el día siguiente.

Abrazos desde mi Guantánamo privado.