lunes, 23 de marzo de 2009

Cuando el pipí no avisa de nada

Un tal Santiago García-Tornel, pediatra, está buscando famosos españoles que se hicieran pis en la cama. Quiere recoger sus testimonios para desmontar los prejuicios. ¿Por ser enurético o por ser famoso?

Dice que la enuresis primaria muy pocas veces tiene que ver con trastornos psicológicos. Este pediatra se queja de que los padres llevan a sus hijos directamente al psicólogo, dice que es el pediatra el que debe explorar y determinar las causas y afirma que el típico niño enurético suele estar sano sin problemas físicos ni psicológicos, pero si no se lleva bien y no se tratan las causas reales, aparecen inseguridades, haciendo que el problema persista o se agrave.

Como verán es una cantinela de un gremio contra otro, yo lo hago mejor que este, porque éste no sabe por dónde se anda. Hasta aquí lo normal en esta sociedad con licencia para curar y en la que las farmacias venden maquillaje, gafas y regaliz mientras te toman la tensión o te pesan con el abrigo puesto.

Nuestro pediatra empieza su tratamiento así: Como si fueras un deportista, yo seré tu entrenador. Te diré lo que tienes que hacer para ganar, pero tú eres quién debe entrenarse y seguir mis recomendaciones. La periodista añade que en el tratamiento se trabajan los hábitos y la motivación del niño, incluso se le invita a llevar un calendario en el que apunta sus noches secas y mojadas. El pediatra concluye: todo ello en un clima de cooperación para mantener e incluso aumentar su autoestima.

Resume los consejos prácticos de esta forma:

* Evitar los castigos y los enfados al ver que el niño ha mojado la cama
* Potenciar las felicitaciones y las recompensas cuando se despierta seco
* Procurar que no tome líquidos antes de irse a la cama
* Durante el día pedir que el niño haga pis cada tres o cuatro horas
* Hacer que lleve un calendario con las noches secas y mojadas
* No etiquetarle de meón
* No avergonzarlo ante amigos u otros adultos
* No crearle inseguridad y potenciar su autoestima
* Que haga su propia cama tras mojarla.

Como ven son recomendaciones estrictamente médicas, premio, castigo, recompensa, felicitación, calendario conductual, coste de respuesta, control de estímulos, mejora de la autoestima, etiquetado. Los psicólogos deben estar encantados enyesando piernas o haciendo tactos rectales.

Me he tomado la molestia de revisar las asignaturas de ambas carreras: las de medicina y las de psicología. En Medicina quizá toquen tangencialmente el asunto en una de 3º, Bases Psicológicas de los Estados de Salud y Enfermedad, y si nuestro médico está tan enterado quizá en Pediatría se explique junto con la escarlatina y el ojo vago.

Por el contrario en Psicología sí hay algunas asignaturas que explican algo mejor el asunto. En primero está la Psicología del Aprendizaje que se repite en segundo, Psicología de la Atención, Psicología de la Motivación, Evaluación Psicológica, Psicopatología, Técnicas de Modificación de Conducta, Evaluación Clínica Infantil, Terapia de Conducta ¿sigo?

Claro que a los niños no les pasa nada por hacerse pis por la noche la mayor parte de las ocasiones. Las estadísticas las maneja todo el mundo. Las hipótesis celotípicas quedaron atrasadas hace décadas y no son los psicólogos sus defensores. Son trastornos del aprendizaje, del control, de la percepción de estímulos, se resuelven organizando el aprendizaje con los métodos para ello. Nada más. No hay complejos ocultos, ni hipótesis de madres castrantes o padres rivales. Cuando un médico se atribuye un conocimiento que no se tiene es intrusismo; moral al menos, y además es un comportamiento bastante estúpido. Los médicos saben de muchas cosas, sin duda demasiadas, pero no saben de motivación más que un abogado, o de recompensas más que un arquitecto –que en estas épocas sabe más de castigos-. Son los psicólogos los que además de ese conocimiento inespecífico, que tenemos todos, tienen un saber teórico y pautado, por poco que les luzca. Cuando los médicos utilizan hormona diurética, anticolinérgicos o antidepresivos para resolver la enuresis, están utilizando medios vetados a los demás profesionales que no han cursado farmacodinámica, por más que a la mayoría de los galenos se lo haya contado el visitador de laboratorio de turno. Cuando afirman ser un entrenador personal, cuando les piden rellenar un calendario, cuando esbozan la teoría del etiquetado sin saber de qué están hablando o recogen los principios básicos del aprendizaje sin haber leído a Thorndike o a Skinner se meten en un terreno, si no vedado, al menos impropio. Pero pretender echar a otros de ahí es sin lugar a dudas arrogante.

Este médico se quedó en la época de cuando los niños se seguían meando pero sabían por qué según rezaba el chiste y reivindica procedimientos de amplia utilización en las aulas, en la clínica infantil y adulta, no son procedimientos sólo para wet backs que ignoran donde está Río Grande, son los paracetamoles y las amoxicilinas de los médicos, cada día, con cada paciente.

No es cuestión de aburrirles, pero para vender un libros sobre meones famosos no es necesario usurpar los pocos asuntos en los que los psicólogos se defienden moderadamente bien. Venir a estas alturas a señalarnos Mediterráneos… Quizá nuestro médico crea que la enuresis solo la pueden tratar los pediatras y hay que recordarle que las tonterías solo las pueden decir los tontos.

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