viernes, 1 de julio de 2011

En defensa de lo público

En estos tiempos en los que se cuestiona la naturaleza del Estado, en los que se pide su condensación, en los que se aboga por la iniciativa privada como garantía de competencia, de calidad, de progreso y al mismo tiempo de ahorro, va la Academia de la Televisión y da sus premios 2011 a TVE, quince de diecinueve; otros dos fueron a parar a Buenafuente justamente el día de su cierre y los dos restantes a la pública catalana y a la Sexta.


No seré yo el que despotrique contra las cadenas y productoras privadas, después de meterme en vena las series de HBO como los Soprano, A dos metros bajo tierra, True blood o Hermanos de sangre o Crematorio que ha emitido Canal +. Pero que las cadenas privadas Tele5 o Antena3 no estén ni se las espere, debiera permitirnos reflexionar, unos segundos solo, que estamos en verano, sobre si la dicotomía público privado es aceptable o es una paparrucha más que nos cuentan.



En sanidad existe esa misma clave de clasificación, que se traduce en para lo normal lo privado y para lo grave lo público. Sin duda las cosas no son tan sencillas y habría que hablar bastante más, pero al menos lo público no queda retrasado en la percepción de calidad cuando las cosas se ponen feas, esto es, cuando el asunto es importante. Y también en la enseñanza en donde siempre aparece algún instituto público de segunda enseñanza entre los mejores, terreno en el que el sesgo que proporcionan otras variables perjudica siempre a lo público frente a lo privado.

En televisión parece que pasa lo mismo y la calidad reside en el ámbito público si nos atenemos a los premios comentados. Los tarots, los programas de exorcismos políticos envueltos en bilis, los sorteos y concursos para oligofrénicos que acampan diariamente en las privadas no parece que tengan merecimiento alguno digno de mención.


Cuando hablamos de servicios públicos, por más que su efectividad nos perturbe, pocos sitios prestan un sistema más eficaz en términos de rapidez, precisión, seguridad, disponibilidad que Hacienda para las declaraciones que acabamos de terminar. Encuentras todo en su web y con la persona que hablas se entera y te informa con conocimiento. Prueben con los operadores de telefonía para comparar.


Así que la falsa polémica liberal debería reclasificarse en términos de calidad en la gestión más que en términos de titularidad del bien o del servicio. Vamos que no hay nada como hacer las cosas bien.

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