Quedan Manuela de 17, Gabriela de 15 y Luisa de 11. La última vez estaban cantando a la guitarra canciones que ellas mismas componían en inglés y ellas mismas acompañaban a la guitarra. La casta y el galgo que ustedes conocen. Una larga familia musical. Ningún gran relumbrón, pero casi todos se dedicaban al canto o trabajaban como instrumentistas; gente con oficio. Él no. Luis le conoció en una multinacional de servicios profesionales. Así, tan explícito y tan ignoto. Luis le llevó por el jazz y la vanguardia a cambio de pasear por el country y el folk sureño. Ambos se encontraron en el preciso barroco y los juegos polifónicos. Juntos buscaron el placer de la reproducción sonora, aquel triángulo central, esas cuerdas densas a la derecha.
Despiadadamente sola queda Ana, asomándose al horizonte quebrado e incierto. La pequeña Luisa reclamaba enfadada, que su padre aún no se lo había explicado todo, de forma que hacía absolutamente inexplicables algunas preocupaciones que tenemos cada día. Esta tarde, minutos antes de quemarle, recibirán el consuelo de la Iglesia que abrazan. Espero que busquen y encuentren la ventanilla de reclamaciones exigiendo esos veinte o veinticinco años que en buena ley estadística les deben. Años de padre, de marido, de soporte y compañía.
Después ya no habrá nada salvo cenizas que previsiblemente esparcirán en Marbella, en la Marbella que nada tenía que ver con el arquetipo de ciudad sumidero de dineros opacos, mejunjes financieros y escaparate de vicios y abusos. La Marbella de sus padres y su refugio cuando Madrid se le hacía insoportable. Dejará sus millares de discos sin estuche, dejará su moto antigua y solidaria, el olor pertinaz de sus puros baratos y el desconsuelo perpetuo en los que le conocieron. Ojalá pudiera pensar que estará entre banjos y violines, ojalá le viera encandilado por nuevas voces femeninas, ojalá pudiera comportarme como sus hijas mayores o demostrar la entereza de Ana. Pero sé que se acabó y solo se me ocurre llorar.
Juan Manuel Hens Atienza murió ayer, 26 de enero de 2009, a los 51 años de edad de un maldito cáncer hepático.
6 comentarios:
Somos capaces de mandar cohertes a la luna, de destruirnos.. pero incapaces de curarnos. El mas sincero de mis pesames y el mas calido de mis abrazos para los dos.
Una putada...a pesar de que el vacío nos aceche siempre con cada muerte de un ser querido, del grado que sea, todos forman parte de nuestro corazón, de nuestra vida y en ella continuarán hasta que definitivamente no les recordemos...
En mi tierra se canta mucho al compás de sevillanas: "algo se muere en el alma...cuando un amigo se vá" así, ritmo alegre para acompañar la pena.
¿qué te puedo decir que tu n sepas?
Un abrazo en tu dolor.
Ernesto
Juanma fue durante mucho tiempo gerente mio en la multinacional que mencionas y parece mentira que una persona tan sana, tan fuerte, con tanta vida haya acabado así en tan pocos meses. Pasar por su despacho vacio se hace terriblemente doloroso. Siempre le recordaremos
intente entrar eel otro dia para compañarte un poco y no pude hacerlo. Que hermosa es esta cronica qye has hecho. Esta necrológica. Y nos has acercado a tu amigo que despues de leerte es un poco amigo de todos los que te leemos.
Conocia tu sentido del humor, la profundidad de los pensamientos que a veces manejas, tu transparencia pero hoy he conocido tu sensibilidad , tan rica y tan a flor de piel.
Te acompaño y te envio un abrazo grande grande
Gracias a todos en nombre de Juanma.
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